Ha pasado un mes desde que Pakistán empezara a padecer las lluvias monzónicas más catastróficas de los últimos 80 años, y el drama no cesa. Un dato lo demuestra. En un plazo de 48 horas, un millón de personas tuvieron que dejar sus hogares en la región de Sindh, en el sur del país, por nuevas inundaciones por el desbordamiento del río Indo. Un corredor establecido entre los distritos de Qambar-Shahadadkot y Thatta permitieron la movilidad masiva. La ONU ya cifra en seis millones el número de personas desplazadas de sus hogares por la catástrofe natural sin precedentes.

El balance oficial de víctimas mortales es de 1.600, pero se espera que crezca sustancialmente a medida que bajen los caudales, porque hay muchos desaparecidos. El número total de personas afectadas, a uno u otro nivel, supera ya los 20 millones.

DONACIONES RALENTIZADAS El portavoz de Naciones Unidas, Maurizio Giuliano, apuntó ayer en Islamabad que el ritmo de las donaciones se ha vuelto a ralentizar tras el impulso conseguido con el llamamiento del secretario general de la ONU, Ban Kimoon. "En los últimos días no se ha recaudado nada", aseguró ayer el portavoz del organismo.

Las oenegés que trabajan sobre el terreno coinciden en mostrar su preocupación por la situación que atraviesan los menores afectados por la catástrofe, malnutridos y con enfermedades vinculadas al consumo de agua contaminada, entre las que destacan la diarrea y algún caso de malaria. "Las inundaciones han rodeado a millones de niños de agua contaminada. La mayor parte no tiene nada que beber. Tememos la sinergia mortal de enfermedades que se transmiten por el agua, la deshidratación y la malnutrición", indicó la vicerrepresentante del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), Karen Allen.

UNICEF intenta atajar esta amenaza mortal atacando todas las causas de una sola vez. El sarampión, la polio, el tétanos y la tuberculosis están siendo tratados mediante programas de vacunas, con más de 700.000 niños cubiertos hasta el momento. La Organización Mundial de la Salud (OMS) está contribuyendo en las campañas de inmunización, y está apoyando al Gobierno a través de la distribución de medicamentos, clínicas móviles y el establecimiento de centros de tratamiento de la diarrea.

En este contexto, Estados Unidos ha alertado de que los trabajadores humanitarios extranjeros se han convertido en objetivo de grupos talibanes y no se descarta que puedan sufrir ataques. El Ejército paquistaní quita hierro a esta amenaza.