Las autoridades californianas trabajan a destajo para retirar las 150 toneladas de peces muertos que desde hace dos días tiñen de gris la marina de King Harbour, a media hora de Los Angeles, pero con los 20 grados de temperatura que disfruta la costa oeste el hedor a sardina y anchoa ya lo impregna todo.

Aún no hay una explicación oficial de lo ocurrido, como tampoco la hay del hallazgo meses atrás de miles de aves muertas en distintos puntos del país. Pero las primeras hipótesis de los biólogos apuntan a que millones de peces quedaron atrapados entre los muros del puerto de Redondo Beach por culpa de una marea causada por los fuertes vientos que azotaron la zona la madrugada del lunes al martes, y se quedaron sin oxígeno.

Pertrechados con redes y cubos y hasta con una aspiradora gigante, un centenar de voluntarios colaboran de sol a sol en las tareas de limpieza, que se calcula que aún llevarán varios días, mientras que submarinistas del Departamento de Pesca se disponen a sumergirse en la zona para ayudar a entender mejor las causas del desastre. Sin embargo, un grupo de científicos de la Universidad del Sur de California ya han descartado de plano la presencia de toxinas y de agentes contaminantes. "Es un fenómeno natural, aunque inusual. No hay productos químicos ni restos de aceite en el agua".

A pesar de los llamamientos a la calma, el pánico se instaló por unas horas entre los habitantes de la zona --muchos de los cuales viven en pequeñas embarcaciones amarradas en el puerto--, que narraban ante las cámaras escenas apocalípticas.