TEtste país tenía en cada habitante un seleccionador en potencia y parece que también tiene un presidente oculto que pondría a un ministro y quitaría a otra. De fútbol no entiendo mucho y de lo otro sólo diré que han quitado a la mejor ministra y han dejado a tres o cuatro que merecían volver al banquillo. En cualquier caso, el sexo de las personas que integran el Gobierno debería ser tan irrelevante como el color de la piel o el lugar de nacimiento, porque se supone que a uno lo eligen para estas cosas por su capacidad intelectual y su preparación. Si todavía es noticia de portada que una embarazada dirija al ejército o que se cree un Ministerio de Igualdad, es porque queda mucho por hacer en el camino para erradicar el machismo. Buena prueba de ello es una anécdota ocurrida la semana pasada en una emisora de radio, cuando entrevistaban a familiares y amigos de las nuevas incorporaciones gubernamentales. La locutora preguntaba cómo iba a arreglárselas la nueva ministra de Vivienda, que tiene tres hijas, pero esa misma pregunta no se hace a los varones, como si la responsabilidad de traer hijos al mundo y cuidarlos no fuera con ellos. La igualdad de la mujer no se consigue con nueve ministras, ni con 400 euros, ya que es una tarea que empieza en la educación igualitaria familiar, en la coeducación escolar y en la construcción de pareja basada en parámetros radicalmente diferentes de los de hace 30 años. A pesar de todo, podemos felicitarnos de no tener un gobernante como Berlusconi , que es capaz de decirle a una chica que la precariedad laboral se resuelve casándose con el hijo de un rico.