La revolución iniciada por los usuarios de Facebook contra la dictatorial medida ideada en febrero por los creadores de esta red social on line, que pretendían apropiarse indefinidamente de todos los contenidos, ha dado paso a una democracia un tanto particular. Y no porque estos ciberciudadanos hayan logrado una libertad infinita con las nuevas normas de uso aprobadas ayer en referendo, sino porque el porcentaje de abstención en esas votaciones constitucionales fue elevadísimo: solo participaron 600.000 de los aproximadamente 200 millones de personas censadas. Es decir, el 0,3%.

Ni siquiera el decretazo propuesto por el presidente de esta república, Mark Zuckerberg, de implantar la "licencia perpetua y mundial" espoleó a los usuarios. Los pocos que se animaron, al menos, se pusieron de acuerdo para aprobar por mayo- ría absoluta (74,4%) la Carta Magna, que devuelve cierto control a los internautas de los datos que incluyen en el portal y les da derecho a solicitar que se borre todo su perfil cuando abandonen Facebook. La red social se reserva la posibilidad de guardar esos contenidos en copias de seguridad "durante un periodo de tiempo razonable".