Los misioneros españoles que trabajan en Malí han asegurado que no abandonarán el país a pesar de los "momentos difíciles" que se viven actualmente en la zona. La crisis política en Malí se desató el pasado mes de marzo, cuando un grupo de militares dio un golpe de Estado. Aprovechando el caos institucional, los rebeldes tuareg se hicieron con el control de las tres regiones, mientras que los grupos islamistas presentes en el norte han impuesto la 'sharia'.

Según datos de Obras Misionales Pontificias, el país cuenta con 24 misioneros españoles en Malí, 16 de ellos mujeres. Entre las congregaciones femeninas, destacan las Religiosas de María Inmaculada, con nueve misioneras; las misioneras de Nuestra Señora de África --más conocidas como 'Hermanas Blancas'--, con cuatro misioneras y las Hermanas del ángel de la Guarda, con tres misioneras. En cuanto a los hombres, los salesianos tienen cinco misioneros en Malí, y los Padres Blancos, tres.

El misionero navarro Jesús Martínez Presa, de la Sociedad Misioneros de África (Padres Blancos), lleva medio siglo en la zona pero no tiene intención de marcharse. Actualmente, se encuentra en Kati, una ciudad a 20 kilómetros de Bamako, la capital del país. "Malí es para mí como un hijo y cuando se tiene un hijo, no se abandona", asegura.

Martínez también ha lamentado que "haya mucha gente que se ha ido, sobre todo blancos, y eso tiene repercusión en el país, pues cuando un blanco se va, desaparecen unos cuantos puestos de trabajo". Además, ha reconocido que se viven "momentos difíciles" por lo que hay "que estar preparados a todo" y augura que "lo que pase en Malí, puede tener repercusiones para los países vecinos también".

En abril del año pasado, el padre Manuel Julián Gallego, de los Padres Blancos, denunció que la situación vivida desde el golpe de Estado del 22 de marzo era "como si el tiempo no pasara", aunque se mostraba esperanzado en que "simplemente todo pase".

En la misma línea, el pasado mes de diciembre, Isabel Lázaro, misionera de las Hermanas del Ángel de la Guarda, aseguraba desconocer "cómo va a terminar" el actual conflicto en el país, aunque afirmaba que no abandonarán los dos internados que tienen a su cargo "mientras no se vea el peligro más cercano".