Ni viajes a zonas consideradas de riesgo ni contacto consciente con personas, contagiadas o no, procedentes de esos destinos. El paciente de coronavirus confirmado en Sevilla, que evoluciona favorablemente, se ha convertido en todo un misterio para las autoridades sanitarias, que se afanan en una carrera contra reloj para reconstruir todos sus pasos antes de empezar a mostrar los primeros síntomas de la enfermedad. De momento, y a la espera de determinar el origen del virus, es considerado el primer contagio local de los 14 registrados en nuestro país, que han contraído el virus fuera de España. No obstante, desde el Ministerio de Sanidad insisten en subrayar la baja mortalidad del virus y la efectividad de los tratamientos médicos.

La principal línea de investigación que se sigue en estos momentos es una reunión de trabajo que el paciente, un hombre de 62 años oriundo de Huelva pero residente en Sevilla, mantuvo hace unas tres semanas en Málaga. Un evento empresarial en el que más allá de las reuniones profesionales con compañeros de otras provincias españolas, el grupo habría salido y visitado restaurantes y lugares turísticos. Según algunas informaciones, habría incluso acudido a un tablado flamenco. Esto no quiere decir que se contagiara a partir de cualquier persona con la se cruzara por la calle, sino que se busca a alguien con quien tuviera un contacto directo y prolongado durante al menos varios minutos.

Esta opción complica enormemente el rastreo de la trazabilidad epidemiológica, ya que el protocolo establece que hay que ir haciendo una relación de todas las personas con las que el paciente pudo tener relación y contactar con ellas para ir acotando el posible origen del contagio. Los investigadores, por tanto, tratan de averiguar si en esos sitios pudo estar en contacto con alguna persona que sí hubiera estado en los países de riesgo.

Y a eso se añade que los datos son siempre información referenciada, es decir, personas con las el paciente recuerde haber estado en contacto, que podrían no ser todas. La dificultad de este tipo de investigación epidemiológica ya se comprobó el pasado verano en Andalucía durante la crisis de la listeriosis, cuando se tuvo que establecer dónde habían ingerido los enfermos la carne contaminada.

LOS PRIMEROS SÍNTOMAS, EL DÍA 13

Según ha trascendido, el paciente empezó a mostrar los primeros síntomas en torno al 13 de febrero, como ha confirmado Fernando Simón, director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias del Ministerio de Sanidad. La fiebre y la tos no remitían, por lo que el día 20 ingresó en el centro hospitalario con un cuadro de neumonía. Las primeras pruebas dieron negativo para los gérmenes habituales para esta enfermedad. No fue hasta el día 25 cuando, una vez cambiaron los protocolos del Ministerio de Sanidad para acotar el radio de la enfermedad, se le practicó la prueba para coronavirus, que ya si dio positiva.

Este proceso plantea que el enfermo no estuvo aislado desde que enfermó a mediados de febrero, por lo que “existe el riesgo de que el virus se haya transmitido en la comunidad”, reconoció Simón. Éste explicó que, según los informes técnicos, el periodo de incubación oscila de los 2 a los 12 o 14 días, aunque la media es de 5 o 6 días desde el contagio, momento en que la enfermedad empieza a dar la cara. De momento, todo su entorno más cercano, con el que habría estado en contacto durante este tiempo de incubación, ha dado negativo a las pruebas. No obstante, también se les ha entrevistado para tratar de cerrar el círculo sobre el origen del contagio.