Mucho Gaudí y menos Cibeles, pero, en todo caso, desfiles a destajo y oferta al por mayor sin que quede mínimamente claro cuál es la moda que viene. Todo lo visto en la pasarela de Barcelona hace dos semanas y lo que se está presentando en Madrid estos días está destinado a ser lucido el próximo invierno, aunque nadie lo diría a juzgar por la ligereza de las prendas. La conclusión, sin embargo, es que nadie sabe exactamente hacia dónde va la moda.

Esta primavera-verano, por ejemplo, las calles se llenarán de prendas de inspiración oriental sin que ni uno solo de los diseñadores que desfilaron la temporada pasada nos avisara. De modo que, antes de que sea demasiado tarde y suban los precios, conviene ir a alguno de los numerosos bazares chinos abiertos por la ciudad a ver si aún les queda una casaca roja estampada con dragones verdes como la que llevaba Julia Roberts en la película Notting Hill.

Además del oriental, también se llevará el ladylike, para las finas y elegantes que prefieren los vestidos, los trajes, las faldas a rodilla, las camisas blancas y los twin set con los que emular a un mujer mitad Jackie Kennedy, mitad Lady Di. Otro estilo de moda es el utility chic, consistente en mezclar un pantalón de fontanero, una blusa de gasa, una camiseta imperio y una cazadora de aviador. En los pies, zapatos con mucho tacón o sandalias planas.

Al final, las tendencias no las dictan los diseñadores ni se ven en los desfiles. La imponen las estilistas de las revistas de moda y, sobre todo, unos cuantos personajes tipo Madonna y Sarah-Jessica Parker, quienes marcan un estilo que, al final, se socializa en las grandes superficies.