TNto entiendo por qué tiene que ganar el PSOE unas elecciones para que a los muertos se les restituya su identidad. Me resisto a creer que entre las diferencias de la izquierda y la derecha esté la de que unos respetan a los muertos y los otros procuran olvidarlos y quitárselos de encima para que no molesten. Los muertos son la memoria, el impulso del suspiro, la razón de la lágrima y el atajo más seguro de la nostalgia. Somos porque morimos y porque hubo quien murió por nosotros, pensando en nosotros, desesperándose por nosotros. El muerto es sagrado y quien no tiene un muerto en sus recuerdos se siente un desheredado condenado a vagar por la vida sin raíces, pasado ni memoria.

Pero la derecha española, no la sociológica, no, ¡válgame Dios!, sino sus representantes políticos, parece últimamente devorada por el cinismo y se ha atrevido a jugar con la identidad de los muertos como si fuera un tema menor, una molestia sin importancia. Creo que en ese juego infame está la clave de su derrota: quien desprecia a los muertos es despreciado por los vivos. El tema del avión que se estrelló en Turquía y de la identidad de los soldados muertos fue despachado por el ministro Trillo con displicencia. La misma actitud tuvo el PP hacia las peticiones de los descendientes de los muertos de la Guerra Civil, muchos de ellos extremeños, cuyos restos están en fosas comunes. Esa actitud no es derechas ni de izquierdas, sino propia de cínicos sin sentimientos. Sin respeto a la memoria y al dolor ni hay política ni hay personas.

*Periodista