Cuando lo denunció, hace unos 30 años, nadie le hizo caso, porque el asunto era "demasiado delicado". Ahora, alentada por las denuncias de abusos a menores en el seno de la Iglesia católica, una mujer austriaca ha vuelto a destapar un posible escándalo que esta vez afecta a un asilo en Mils (Tirol) gestionado por monjas de la orden de las Hermanas de la Caridad que habrían maltratado a los menores internados.

Según relató la testigo, que quiere mantener el anonimato, a la cadena de televisión y radio ORF, entró a trabajar en 1980 a los 22 años en el Centro Social San José de Mils, que acoge a niños con problemas físicos y psíquicos. A los pocos días, quedó horrorizada por los brutales métodos de educación. "Había duchas frías, camisas de fuerza, insultos, patadas y los internos eran encerrados en el cuarto de baño durante horas. Cuando un niño vomitaba, tenía que comer lo vomitado", dijo.

La mujer comenzó a escribir un diario donde registraba los malos tratos que aplicaba cada monja y, tras cinco meses, llevó sus apuntes a la Oficina de Protección de Menores y a otras autoridades del Tirol. "Lo único que recibí fue un golpecito en el hombro de un señor que me dijo que el asunto era demasiado delicado", recordó.

Ayer terció en la polémica relacionada con los abusos cometidos por religiosos el arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz, que pidió que los acusados de pederastia "den cuenta ante Dios y ante los tribunales" por su delito, que es "uno de los más deleznables". Sin embargo, calificó de excesiva la manera que se está tratando en público este asunto.