Ksawery Knotz es un monje de Polonia que aboga por las prácticas sexuales "sabrosas, sorprendentes y llenas de fantasía", muy alejadas de esa postura del misionero practicada en contadas ocasiones y con la luz apagada, porque, según dice, el sexo, siempre dentro del matrimonio y siempre sin condón, "acerca a los católicos a Dios".

El franciscano, habitante de un monasterio de las afueras de Cracovia, acaba de volcar todo su saber en un libro, cuya traducción del polaco podría ser Sexo desconocido: para parejas casadas que aman a Dios, aunque ya se le conoce como el Kama-sutra católico . El manual sorprende, viniendo de quien viene, por su gran detallismo y su apoyo a las acrobacias de alcoba.

Quizá por esto se ha convertido en un bombazo editorial en la conservadora, recatada y muy religiosa Polonia. Ya está en marcha la segunda edición, tras agotarse en semanas los 5.000 primeros ejemplares.

"Algunos, cuando escuchan hablar acerca de la santidad del sexo en el matrimonio --escribe Knotz--, se imaginan inmediatamente que el sexo tiene que carecer de alegría, juegos frívolos, fantasías y posturas atractivas. Piensan que ha de ser triste como el himno de una iglesia". Y no tiene por qué serlo. Todo lo contrario, sostiene el padre.

Para él, que cuenta con el beneplácito de la poderosa jerarquía eclesiástica polaca, el sexo es una forma más de conectar con Dios, aunque, según apunta el sacerdote, "para algunas personas resulte difícil de comprender que El también está interesado en su vida sexual".

MULTIPLES MANERAS Dios, por tanto, quiere que los católicos gocen, que se toquen y no alberguen ningún sentimiento de culpa por ello, pues "todo acto con el objeto de excitar --una caricia, una postura sexual-- está permitido y le agrada. Durante el acto sexual, las parejas matrimoniales pueden demostrar de cualquier manera su amor". De cualquier manera. ¿También mediante el sexo oral? "El sexo oral se anuncia en muchas webs pornográficas --argumenta el monje--. En este contexto parece perverso y huérfano de amor, así que las esposas normalmente quieren mantenerse alejadas de él. La atmósfera de una página pornográfica, sin embargo, no tiene nada que ver con la atmósfera del amor marital. Acariciar los genitales con los labios o la lengua como un juego preliminar es moralmente aceptable. No debe percibirse como un pecado", asegura Knotz.

INTERES Y NECESIDAD El clero considera que el enorme interés que ha despertado su manual obedece principalmente a la necesidad de tratar el asunto, considerado tabú en el pasado por la Iglesia, desde una perspectiva abierta y religiosa.