TSteñoras hechas y derechas, gordas y de todo, siempre con la tanga. Y se les transparenta, que se la veo yo. ¡Pero válgame Dios! ¿No podrán ponerse la braga de siempre, la grande, la blanca, que recoge y no se nota? Pues nada, que no señora, que ellas tienen que ponerse la tanga y si no, no están contentas. Pero mira que les sienta requetemal. Porque la braga grande, si estás gordita, te recoge la nalga, pero la tanga te la deja suelta y es horroroso. Y luego llevan pantalones blancos transparentosos y se ve, es que se ve. ¿Pero no será mejor la braga blanca y grande, que aunque se note es una cosa discreta? Nada, ellas si no se ponen la tanga no se ven modernas y ahora, o te ves moderna o parece que ni te ves. Hay que ser como la nieta cuando una ya es la abuela. ¿Pero tú has visto a esas que ya peinan canas agachándose a coger la fruta y enseñando la tanga negra? ¡O roja, válgame Dios! Hasta mi marido dice que a él eso de verle la tanga a una señora le parece una indecencia. Y cuando un hombre dice eso... Una tanga en una muchacha joven, pues bueno. Las muchachas jóvenes siempre han hecho tonterías y lo que les da la gana. Pero en una vieja...

(Transcripción literal de un monólogo sobre la tanga escuchado en el autobús urbano y pronunciado por una señora de unos 60 años que hablaba con su vecina de asiento, algo más joven. La vecina de asiento sólo asentía. Cuando el autobús se detuvo en Obispo Galarza, la vecina de asiento se bajó: llevaba unos pantalones blancos que transparentaban un tanga de color carne).