Josef Fritzl, conocido desde el domingo pasado en todo el mundo como el carcelero de Amstetten, goza de una cómoda posición económica, revela el registro central de la propiedad a los que hoy ha tenido acceso Efe en Viena.Según los datos, el jubilado de 73 años, que encerró a su propia hija durante casi un cuarto de siglo y con la que tuvo siete hijos, está registrado como propietario único de seis bienes inmuebles, repartidos por varias localidades del estado federado de la Baja Austria.En la lista figuran la propia casa familiar, tres edificios con numerosos apartamentos y locales comerciales, otra casa y un terreno, por un valor estimado de unos 2,2 millones de euros.Los edificios están ubicados en las localidades de Waidhofen an der Ybbs, Sankt Pölten (capital de Baja Austria) y en Amstetten, la ciudad de 23.000 habitantes donde el perito eléctrico jubilado encerró a su hija en un sótano debajo de su casa.Movimiento de tierras inexplicable Según informa hoy el semanario vienés News, en un solar adquirido por Fritzl hace apenas tres años, el hombre había hecho mover decenas de metros cúbicos de tierra, aparentemente sin ninguna finalidad. Después de destaparse el caso del calabozo subterráneo de Amstetten, la policía también investigará ese lugar, asegura News.El semanario destaca, además, que en uno de los inmuebles adquiridos por Fritzl en Amstetten el hombre quería construir 13 casas adosadas, un centro de oficinas y un aparcamiento para 30 vehículos, un proyecto que fue suspendido ante la resistencia de los demás vecinos.Los análisis de ADN, hechos públicos ayer, confirmaron la confesión de Fritzl de que es el padre biológico de todos los hijos que su hija Elisabteh, actualmente de 42 años, dio a luz en condiciones infrahumanas en un escondite de unos 60 metros cuadrados. Concentración en la plaza mayor Unas 200 personas se congregaron anoche en la plaza mayor de Amstetten llevando velas para expresar, con un "mar de luces", su consternación por el martirio de Elisabeth Fritzl. "La consternación, la tristeza, la ira, quizás también el odio, nos han acompañado en los últimos días. Advertimos que en nuestra ciudad había algo que no podíamos comprender", dijo el párroco Peter Bösendorfer durante el acto.Numerosos ancianos y niños asistieron bajo la lluvia a la manifestación, convocada por una organización fundada ayer mismo por dos mujeres bajo el nombre de Comunidad Afectada Humanamente. "Queremos hacer algo positivo, expresar nuestra condolencia", "No todos los habitantes de Amstetten son malos", "Tenía que hacer algo, todos los días pasaba delante de esa casa en mi camino al trabajo, no lo puedo creer", comentaron algunos de los manifestantes en declaraciones a la televisión pública ORF.