E l catedrático de Historia Enrique Moradiellos considera que la crisis del coronavirus «desmitifica» la globalización, ya que demuestra que es necesario tener estados para poder aplicar las medidas necesarias sobre el terreno, y da una lección estratégica del riesgo que supone depender únicamente de la producción china.

En una entrevista con Efe, Moradiellos (Oviedo, 1961) explica que el virus no tiene fronteras, pero sí la respuesta, porque la aplicación de la cuarentena necesita de «poblaciones y espacios delimitados».

A su juicio, se ha producido «un retorno de los estados», en este caso «seguramente para bien», porque de otra forma sería «inmanejable» la situación, ya que estas instituciones tienen la capacidad de proteger a los ciudadanos y de organizar recursos.

La ONU no podría imponer la cuarentena en Trujillo (Cáceres), pone como ejemplo, porque necesitaría de recursos humanos y materiales a pie de calle en el territorio, cuando además hay restricciones en el tráfico aéreo, señala el catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Extremadura, Premio Nacional de Historia 2017 por la obra Historia mínima de la Guerra Civil española.

Moradiellos advierte sobre las «verdades» de la globalización--»bah!, los estados no tienen nada que ver, la globalización manda, fuera las fronteras, que venga el tomate de China que es más barato...»--, y dice que esta situación hace replantearse ciertas cosas.

sobre las mascarillas / «No es necesario que España tenga una fábrica de mascarillas porque en China te las venden a millones por lo que aquí cuesta una, «y si no vienen?», señala el historiador, que opina que estratégicamente España no puede limitarse a ser únicamente una potencia turística.

En esta nueva coyuntura, las grandes corporaciones empresariales, si no están «heridas de muerte», pueden tener «un futuro muy complicado», según el catedrático.

«Nos hemos creído dioses y somos muy vulnerables», subraya, y recuerda que a lo largo de la historia la especie humana ha afrontado tres desafíos: el hambre, las epidemias y los desastres naturales, y las guerras.

Hasta ahora, en las sociedades occidentales se pensaba que el hambre y las enfermedades ya no son un gran problema excepto en el tercer mundo, y que solo lo son las guerras y el terrorismo, pero el ser humano sigue siendo «muy frágil», recalca.

En términos de percepción, expone el historiador, se está luchando frente a un enemigo diferente a Al Qaeda porque «ni se ve, ni se oye, ni se huele», pero se sabe que existe y que puede haber un remedio, ya que si no fuera así se diría como antiguamente que es un «azote de los dioses»; al conocerlo, hay esperanza de poder combatirlo.

Además, aclara que las decisiones políticas se toman según el contexto cultural de las sociedades y en China era más fácil el confinamiento, porque allí, al margen del comunismo, siempre ha primado la colectividad sobre el individuo.

encierro con dignidad / A pesar de que en las sociedades occidentales está muy interiorizada la libertad de movimientos, en España el encierro se está llevando con «muchísima dignidad», ya que no ha habido altercados serios, y destaca, sobre todo, la capacidad de los jóvenes para sobrellevarlo.

«Estos jóvenes están viendo el rostro de la guerra de nuestro tiempo» y, al igual que otras generaciones fueron las de la guerra civil, ésta será «la que superó el coronavirus».

A su juicio, «esto pasará como especie», en unos sitios más rápido y en otros mas lento, con más o menos sufrimiento y muertes, pero esta crisis avisa de que siguen existiendo desafíos.

En este sentido, recuerda la conferencia que impartió en Cáceres el profesor Peter Kuznick (American University, Washington D.C.), en los días previos al estado de alarma, organizada por su departamento, en la que abordó la sombra de la amenaza nuclear y del cambio climático.

«Los jinetes de la Apocalipsis están ahí, no hemos alcanzado el paraíso en la tierra», insiste Enrique Moradiellos, que pasa el confinamiento en su domicilio de Cáceres, junto a su familia, donde hace teletrabajo.

Otra lección de esta crisis es que, frente a muchas «bobadas»que se leen en las redes sociales, la gente está volviendo a los medios de comunicación, que han vuelto a ser lo que «nunca debieron de dejar de ser», concluye el historiador.