El empresario catalán Joan Alsina Oliva, de 51 años, fue asesinado el día 30 por la noche. Sus agresores le sorprendieron en pijama. Ningún familiar le echó de menos en Fin de Año. El hombre iba a pasar solo las navidades --su mujer y una hija estaban en Colombia, y la otra esquiando-- y había medio apalabrado cenar con unos amigos o en casa de uno de sus hermanos. Los unos pensaron que estaba con los otros y el silencio del móvil tras las campanadas lo atribuyeron al colapso de las líneas telefónicas en esas horas puntas.

No fue hasta el primero de enero, a la una de la tarde, cuando una de las hijas, la mayor de 17 años, encontró el cadáver de su padre, al pie de la escalera interior de la casa, sobre un gran charco de sangre. La víctima, copropietario con otros dos hermanos de la multinacional catalana Encofrados J. Alsina, fue degollada y arrojada escaleras abajo.

Durante el día de ayer algunos responsables políticos mantuvieron la tesis de que los investigadores no descartaban ni una sola de las hipótesis posibles, pero insistieron en que en el escenario del crimen había "suficientes indicios y contradicciones" para pensar que el asesinato no era consecuencia de un robo.

Esa tesis enojó ayer a la familia cuando a primera hora de la mañana la encontró publicada en la mayoría de los medios de comunicación. Los hermanos del fallecido reiteraron que la única hipótesis que admite la familia es el robo. Maria Antonia Oliva, una de sus cinco hermanas, lo explicó así a este diario: "Mi cuñada se fue a Colombia el día 27 con el coche lleno de maletas hasta arriba. Conducía Joan y las niñas iban con ellos. Una con la madre y la otra a esquiar. Estamos seguros de que pensaron que la casa quedaba vacía, entraron por la noche a robar rompiendo una de las ventanas que comunica con el jardín, tropezaron con Joan por sorpresa y lo mataron. No hay que darle más vueltas. Nadie en mi familia tiene trato con asesinos".

LA CASA, CERRADA El chalet de la familia Alsina, en Sant Cugat, continúa precintado y únicamente acceden a su interior agentes de la policía científica protegidos con monos blancos, guantes y plásticos en el calzado para no contaminar el escenario del crimen. "Se está trabajando en todas y cada una de las estancias de la casa. Se fotografía cada milímetro y se buscan huellas en todos los objetos", indicó anoche un responsable policial.

Los agentes se llevaron a Granollers todos los objetos cortantes hallados en la casa para cotejarlos con la descripción de la herida que describa el forense en su informe.