Actor secundario de primera fila, James Coburn murió ayer a los 74 años de edad a causa de un ataque al corazón.

No abundan los actores que mantienen una actividad permanente desde el fondo de la pantalla, detrás de las estrellas. Muchos secundarios lo han sido de un tiempo, pero Coburn, talento y azar, mantuvo su pujanza hasta casi ayer mismo, como lo prueba su Oscar por Affliction , de Paul Schrader, en 1998. No puede decirse que hubiera películas a las que debiera cierta aureola de fama. Cuesta difícil fijarlo en un único título de referencia. Sí, estaba en Los siete magníficos , en Charada (1963), La gran evasión (1963) o Mayor Dundee (1965), de Sam Peckinpah, pero estos se recuerdan más por sus protagonistas que por Coburn.

Tuvo una oportunidad bien aprovechada en las películas del agente Flint: Flint, agente secreto y F de Flint . Luego siguió como secundario en títulos como Pat Garrett y Billy el niño y La cruz de hierro . La artritis lo mantuvo unos años apartado del cine, pero enseguida los directores volvían a contar con él, con su talento, el que alumbra películas pequeñas y ennoblece las grandes.