Muy pocos periodistas han sido capaces de elevarse al estrellato como lo hizo la italiana Oriana Fallaci, martillo de entrevistados y apasionada defensora de la verdad, concepto que ella defendió con una parcialidad absoluta. Esta mujer, obsesiva y controvertida, murió la noche del jueves en su Florencia natal a los 77 años, víctima de un cáncer detectado en los 90.

Por aquella fechas describió su mal en una entrevista en el Washington Post . "Siento que hay un criatura dentro de mí, un animal, pero un animal muy inteligente. El sabe bien lo que pienso, no puedo ocultarle que soy pesimista". La periodista se jactaba de haber insultado a gritos al animal alargado y blanquecino recién extirpado, ante la estupefacción de los médicos. El año pasado, ya muy enferma y mientras se reafirmaba en su condición de "atea cristiana", recibió la bendición del Papa, poco impresionado de que en el libro La fuerza de la razón acusara a la iglesia católica de "no defender a Cristo frente al Islam".

Testigo directo de los grandes acontecimientos de la segunda mitad del siglo XX, fue un icono de los año 60.