Claude Stanley Choules, el último combatiente conocido que quedaba vivo de la primera guerra mundial, falleció la noche del miércoles en una residencia de ancianos de la ciudad de Perth, en Australia, según han informado su familia y el Ejército australiano.Británico nacionalizado australiano, Choules nació el 3 de marzo de 1901 y con apenas 14 años --mintió sobre su edad-- se enroló en la Marina británica poco después de que el Reino Unido declarara la guerra a Alemania. A bordo del destructor HMS Revenge, fue testigo de la rendición de la flota teutona en 1918.'El último de los últimos'En 1926 emigró a Australia, en cuyas fuerzas armadas sirvió durante más de cuatro décadas. Sirvió como oficial de la Marina australiana durante la segunda guerra mundial. En el 2009 publicó sus memorias, tituladas El último de los últimos.Uno de los hijos de Choules, Adrian, de 76 años, ha explicado que su padre "odiaba" la guerra. "Para él era solo una manera de ganarse el pan", ha apuntado. Según Adrian, la Marina británico le inculcó que los alemanes eran "monstruos, gente terrible", pero después él se dio cuente de que "todos eran exactamente iguales, solo gente joven".Sordo y ciego"Choules, que estaba sordo y ciego, disfrutaba con los zumos de mango y la mousse de chocolate", según su hija Anne Pow. El fallecido tenía tres hijos, 13 nietos, 26 biznietos y dos tataranietos.Después de la muerte de Choules, casi un siglo después del final de la contienda bélica, ya no quedan más combatientes vivos, aunque sí una mujer, la británica Florence Green, que trabajó como camarera en una base de la Fuerza Aérea del Reino Unido. En aquella contienda, una de las más sangrientas de la historia, participaron unos 70 millones de soldados.