Burgos sufrió ayer la mayor tragedia laboral de su historia. Una deflagración en un local que no reunía las condiciones ni probablemente los permisos para almacenar combustible y maquinaria causó la muerte de siete trabajadores y heridas graves a otros cinco. Los empleados pertenecían a la constructora Arranz Acinas, la más importante de la capital castellana, y estaban trabajando en la construcción de un carril bici.

El siniestro ocurrió poco después de las ocho de la mañana, cuando los 12 trabajadores se cambiaban de ropa y preparaban el material a la entrada del local. Según la primera versión difundida por los testigos y avalada por la Subdelegación del Gobierno, las llamas prendieron en una garrafa de la gasolina necesaria para la maquinaria que manipulaban los operarios. El desencadenante fue, según esta versión, una lumbre que habían prendido los trabajadores para protegerse del intenso frío mientras se cambiaban.

EL TECHO El fuego pasó a un techo de poliuretano cuya combustión se añadió a la de la gasolina, lo que produjo un intenso humo tóxico que acabó con la vida de siete de los empleados. El único trabajador que resultó ileso fue el que salvó la vida al resto de los heridos.

El consiguió salir del local saltando entre el humo y las llamas y avisó a los vecinos del edificio. Junto a uno de ellos subió a buscar los extintores situados en los rellanos de la escalera --el local no tenía-- y con esas armas consiguió abrirse paso entre el humo y las llamas y rescatar a los cuatro supervivientes.

El héroe que salvó a parte de sus compañeros no dejada de repetir: "Ya les dije que había que salir, ya se lo dije", recordando que era un error refugiarse en el local, que era mejor desafiar a las llamas e intentar salir fuera. Esa decisión les costó la vida. Cuando llegaron los equipos de rescate, ya no se pudo hacer nada para salvarles.

El único daño que sufrieron las viviendas del edificio fue por el humo. La fachada quedó completamente negra. Una veintena de vecinos tuvieron que ser atendidos.

El secretario provincial de la UGT, Julián Juez, fue el primero en culpar a la empresa de "negligencia" porque los bajos de un edificio de viviendas, dijo, "no son el lugar adecuado para albergar un local donde los trabajadores se cambien junto al combustible". CCOO anunció que se personará como acusación particular. "No parece lógico que justo debajo de un bloque de viviendas se almacene material pesado y productos inflamables y menos todavía que éste sea el sitio donde se cambien de ropa", denunció su representante provincial, Angel Hernández.

Los vecinos de la zona ratificaron que el local siniestrado no reunía las condiciones mínimas y había sido objeto de protestas por su parte en varias ocasiones.

El presidente de la patronal burgalesa, Roberto Alonso, salió en defensa del empresario y aseguró que incluso había contratado de forma voluntaria una empresa de prevención de riesgos para la obra.