Representantes del mundo empresarial, de la literatura, de la política y del deporte acudieron ayer a la capilla ardiente del editor José Manuel Lara Hernández, a quien han señalaron como "un editor irrepetible". Lara murió la noche del domingo al lunes a los 88 años en su domicilio de Barcelona, tras una enfermedad degenerativa del sistema nervioso que padecía desde hace años.

El empresario, nacido en El Pedroso (Sevilla) el 31 de diciembre de 1914, impulsó la narrativa española y promovió el Premio Planeta de Novela que creó en 1952 y logró crear un ´imperio´ editorial de dimensiones internacionales. Era un buen aficionado al fútbol y en los 90, delegó en su hijo José Manuel Lara Bosch las funciones ejecutivas de Planeta.

Por la capilla ardiente, instalada en la modernista Casa Lleó Morera del Eixample, sede de la Fundación José Manuel Lara, pasaron políticos como Josep Piqué, Joan Clos, Jordi Pujol, escritores como Pere Gimferrer, Maruja Torres, Lluís Racionero o Ana Maria Moix, y representantes del mundo del fútbol, informa Efe.

INTUICION

El poeta y editor Pere Gimferrer ha recordado que conocía a Lara desde hace 20 años y "era una persona con una intuición extraordinaria, que contribuyó a la dignificación de la profesión de escritor; un editor único con un estilo especial y una persona muy singular".

Para Ana María Moix, vinculada a Lara especialmente a través de su hermano, el editor era "un empresario fuera de serie", y a juicio de la escritora Carme Riera, "tuvo el gran mérito de haber convertido una pequeña editorial en un gran imperio y eso hecho con capital español".

El editor Rafael Borrás ha resaltado que "los grandes logros del Lara editor fueron la versión en español de la gran enciclopedia Larousse, la creación del Planeta, que aunque no descubrió nuevos autores, sí nuevos lectores, y el patrocinio de la colección Espejo de España, un referente ineludible desde el punto de vista histórico sobre lo que pasó en la República, la Guerra Civil española, el franquismo y la transición".

Maruja Torres tiene la impresión de que "la muerte de Terenci Moix y Lara simbolizan el fin de una época, una forma especial de entender el mundo de los libros y también el fin de la Barcelona de una época".