Cuando una mujer entra en prisión sufre una triple condena social, personal y penitenciaria. Así de contundente se muestra el 'Informe sobre la situación de las mujeres presas' elaborado por la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía (APDHA) con motivo del 8-M. El documento constata que ellas son minoría, apenas un 7,7% en un sistema penitenciario diseñado para esa mayoría masculina, desde el espacio físico que ocupan a las actividades previstas. Y esta situación convierte a las mujeres en un colectivo especialmente aislado y vulnerable dentro de prisión, denuncian.

El informe señala que España es uno de los países con mayor tasa de encarcelamiento femenino de Europa occidental, 4.518 mujeres, debido a la dureza del sistema penal español y el aumento del castigo a los delitos leves, que son los más cometidos por mujeres. Así, la tasa es superior a la media europea, 4,5% o incluso mundial, 4%. Existen además una serie de factores que agravan la situación de las mujeres presas, como una mayor precariedad de espacios y, en consecuencia, peores condiciones de alojamiento.

OFERTA DE ACTIVIDADES SEXISTAS

Así, se ubican en módulos de centros "pensados por y para los hombres", con menor oferta de recursos que en la mayoría de los casos se centra en reproducir roles sexistas, como costura o limpieza, reduciendo así las oportunidades de reinserción laboral en el exterior que pudieran tener o la oferta laboral que pudieran copar, señala Ana Castaño, del área de cárceles de la asociación.

La APDH denuncia que, además, como el grueso de las condenas corresponden a delitos leves (solo un 1,6% atiende a perfiles de conflictividad grave), todas son agrupadas en un mismo módulo en las que no se segrega según los criterios de clasificación, perfil criminal, edad, adicción o salud mental, como sí ocurre con los varones. Y además, al existir pocas prisiones para mujeres, se amplía la lejanía de su entorno familiar y afectivo, lo que dificulta por razón de género su proceso de reinserción social.

La organización denuncia que la cárcel española reproduce y amplifica las desigualdades de la sociedad, subraya el coordinador del trabajo, Francisco Castaño. Así, se introduce una sobrerrepresentación de mujeres extranjeras y gitanas. Sin embargo, esto no supone, subraya que ambos grupos de mujeres delincan más respecto al resto de la población, sino con la hiper criminalización que se realiza tanto de la población migrante como del pueblo gitano.

Entre las conclusiones aportadas por la organización, apuntan la necesidad imprescindible de que en todas las provincias existan plazas de mujeres, y siempre con igual dotación que las de hombres y con un tratamiento similar en cuanto a recursos, actividades y ofertas formativas y laborales. Asimismo, abogan por el fomento de medidas alternativas frente al ingreso en prisión, y dado que la inmensa mayoría son delitos leves, el criterio general debe ser el tercer grado y recursos extra penitenciarios, como los centros de inserción social.