El Juzgado de lo Penal número 1 de Jaén ha condenado a Daniel Serrano, un joven de 24 años, al pago de una multa de 480 euros como autor de un delito contra los sentimientos religiosos por subir a Instagram un fotomontaje de su cara en el Cristo de la Amargura, popularmente conocido en la Semana Santa de Jaén como El Despojado. En dicho montaje el rostro de la imagen religiosa fue sustituido por el del acusado. Pero si la cofradía denunciante quería evitar su difusión, el efecto ha sido el contrario: en señal de solidaridad con el joven han proliferado en las redes otros similares.

Inicialmente, usuarios de Twitter, como el escritor Juan Soto Ivars o el exletrado del Tribunal Constitucional Joaquín Urías han retado a la fiscalía con montajes en el que repetían la acción, utilizando sus rostros. «·Bueno, pues como lo de condenar a un chaval por hacer un montaje de su cara con un Cristo me parece una barbaridad...me solidarizo. Un saludo a la fiscalía», ha escrito Urías. Como es inevitable, el ingenio se ha disparado con multitud de versiones en las que se ha utilizado hasta las caras del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, o el líder de Podemos, Pablo Iglesias.

La sentencia fue dictada oralmente este miércoles, una vez que el acusado reconoció su culpabilidad. «El juicio me va a costar diez jornales de aceituna. Está claro que no lo volvería a hacer, pero me sigue pareciendo una barbaridad», declaró al Diario Jaén. Serrano asumió su culpabilidad aconsejado por su abogada. «Me dijo que era lo mejor, que si no lo hacía podía ser condenado a pagar mucho más dinero. Decidí no arriesgarme», contó. Su conformidad llevó a rebajar la petición de pena del fiscal, que solicitaba una multa de 2.160 euros, sustituible por 180 días de prisión en caso de impago.

Los hechos se remontan a abril del 2017, cuando subió a la red social una foto del Jesús Despojado, en el que el rostro original había sido sustituido por el suyo, incluido el piercing de la nariz.

La cofradía le pidió que la retirara y al no obtener resultado acabaron en los tribunales. Según la fiscalía, el fotomontaje resultó ser una «vergonzosa manipulación del rostro de la imagen», lo que en su opinión evidenciaba un «manifiesto desprecio y mofa hacia la cofradía con propósito de ofender».