En Bahía Blanca se desarrolló la vocación artística de Jesús Marcos. A esa ciudad argentina llegó con su familia tras un largo viaje en la posguerra española desde Salamanca. Toda su vida se ha desarrollado al otro lado del Atlántico. Pero en los años 90 realizó frecuentes viajes a España y dio a conocer sus obra en varias ciudades. El pasado año expuso en Salamanca la muestra que ahora llega hasta mediados de octubre al centro Capitol de Caja Duero en Cáceres. La exposición contiene pinturas y grabados de sus series La música y Escenas circenses , realizadas entre 1992 y 2002.

Su formación en Buenos Aires, "donde aprendí a amar la pintura", según señala el artista en el catálogo de esta exposición, la completó en México, donde vivió un año. Entonces "el arte se encaminaba hacia la abstracción y yo hacía lo mismo luchando con mis propias raíces evidentemente figurativa, pero ser figurativo en la década de los sesenta era poco más que ser retrógrado", explica Marcos.

Del país centroamericano saltó a Nueva York en 1967 y vivió el fervor del arte pop. Un año después viajó a París. En la ciudad del Sena "renegué del concepto de vanguardia, no del arte contemporáneo".

La vuelta a Buenos Aires marca el comienzo de lo que denomina su obra. La dictadura militar y sus efectos durante aquellos años trágicos llegan a sus cuadros fruto de sensaciones, simbólicamente.

Las figuras dramáticas, colgadas sobre trapecios, de su serie circense y las estructuras de collage de la serie sobre música muestran un dramatismo, que simbólicamente tal vez representen, según la crítica Rosa Faccaro, el momento angustiante de su país de adopción.