El 1 de mayo del 2007, a las ocho de la mañana, la pequeña localidad de Modbury, en el condado de Devon (en el oeste de Inglaterra), se convirtió en el primer municipio del mundo en proscribir oficialmente las bolsas de plástico. De un día para otro, el único supermercado de Modbury y las cerca de 40 tiendas que hay en el pueblo empezaron a servir sus productos en bolsas de almidón de maíz o de algodón, y entre los vecinos se generalizó el hábito de hacer la compra equipados con un carrito o una bolsa de tela. Desde entonces, Modbury se ha convertido en un símbolo de la campaña de concienciación sobre el riesgo medioambiental que supone el uso masivo de bolsas de plástico. Una causa imparable que ya ha obtenido importantes éxitos en numerosos países. España no está, todavía, entre ellos. Y si no se pone manos a la obra rápido, se quedará al margen de un combate de alcance mundial.

EJEMPLO IMITADO El ejemplo de Modbury fue rápidamente imitado por diversas administraciones. Entre ellas, los gobiernos de países como Suráfrica y Singapur, que optaron también por la prohibición. Hay estados, en cambio, que empezaron a aplicar otro tipo de medidas, como obligar a los comercios a cobrar por las bolsas. Pero probablemente, el hito más relevante en la guerra contra el polietileno se produjo el pasado 1 de junio, cuando entró en vigor en todo el territorio chino la prohibición de producir, vender y regalar bolsas de plástico ultrafinas, las más populares en los mercados. Hasta ese momento, el consumo en China alcanzaba los 3.000 millones de unidades diarias.

POLITICA DE SANCIONES Siguiendo el ejemplo de Modbury, en el Reino Unido las medidas disuasorias están reduciendo significativamente el consumo de bolsas de plástico, informa Begoña Arce. Este mes, el Gobierno local de Londres, en manos del Partido Conservador, ha descartado una propuesta para vetar las bolsas en la capital (donde se usan casa día 1.600 millones, de las que solo 200 millones se reciclan), pero las autoridades británicas han forzado a los comercios a autorregularse si quieren evitar en el futuro una política de sanciones.

Cuatro de las cadenas de supermercados más importantes del país se han comprometido a rebajar en el plazo de medio año el número de unidades que entregan a sus clientes en un 50%, y algunas cadenas, como Waitrose y Asda, ya han logrado un recorte del 30% por el simple procedimiento de ponerlas debajo del mostrador de la caja y no encima y al alcance de la mano. Y Marks and Spencer cobra desde mayo cinco peniques (seis céntimos de euro) por cada unidad, y destina el dinero recaudado a una organización dedicada a la conservación de la naturaleza. Los directivos calculan que por esto pueden ahorrarse 280 millones de bolsas al año.

Una alternativa distinta, pero que se ha revelado sumamente eficaz, es la de la República de Irlanda, que en el 2002 decidió gravar su uso con un impuesto (llamado plastax). Desde que se introdujo este tipo de penalización, el número de bolsas se ha reducido en un 94%.

En otros países, el grado de concienciación de la ciudadanía hace innecesarias las medidas coercitivas. Es el caso de Alemania, donde hoy el ciudadano medio consume unas 65 bolsas de plástico al año, informa Paola Alvarez. Una cifra mucho menor que hace una década. Sin necesidad de ley alguna, y atendiendo a la presión social, los supermercados y las grandes superficies se pusieron de acuerdo para cobrar por estos embalajes, lo que supuso una reducción inmediata de su consumo. Hoy se venden por entre 5 y 15 céntimos, dependiendo del tamaño de la bolsa.

Italia, un país en el que el consumo de bolsas de plástico es especialmente alto, aprobó el pasado año una ley que establece su prohibición a partir del 2010, pero la Comisión Europea ha argumentado que esa normativa contraviene la directiva europea sobre envases y residuos de envases, por lo que su entrada en vigor está en el aire.

PROHIBICION FRANCESA En Francia, las bolsas de plástico también estarán prohibidas a partir del año 2010. En el 2005, el Parlamento acordó por unanimidad ilegalizar la distribución de todas aquellas que no sean biodegradables, informa Elianne Ros. Mientras el Gobierno elabora el decreto para concretar cómo se aplicará la medida, las bolsas van disminuyendo paulatinamente su presencia en los supermercados. Así, en el 2007 se distribuyeron 3.100 millones de unidades, cuando en el 2003 la cifra ascendía a 9.400 millones.

Y en Estados Unidos, California está en la avanzadilla del país en la lucha contra este producto. En San Francisco, por ejemplo, está totalmente prohibido desde el 2007 el uso de bolsas no biodegradables. En Nueva York, informa Idoya Noain, el alcalde, Michael Bloomberg, impondrá una cuota de seis centavos (algo menos de cinco céntimos) por cada unidad.