TLtos museos extremeños son muy aburridos. A mí sólo me divierten el etnográfico de Olivenza y el Vostell de Malpartida de Cáceres. A los niños y a los adolescentes, también. Quizás es que me he vuelto adolescente o será que tengo la mirada inmadura. No estoy hablando de las exposiciones, que están bien en general. Me refiero a la concepción del museo, que es siempre igual: paredes y pedestales con obras colgadas o colocadas. Hay un libro de Josep María Montaner, Museos para el siglo XXI , que me gusta mucho. En las conclusiones, opina que los museos se han transformado en un lugar para el público activo, para los estímulos y la interacción, y también para el consumo (cafeterías, tiendas, librerías). Apunta que el museo es uno de los lugares públicos más característicos de la ciudad contemporánea.

En Extremadura, sólo el Meiac puede haberse convertido en un lugar público característico y ninguno es un acicate social de estímulo e interacción. Me consta que sus direcciones procuran animarlos y llegar a los jóvenes con propuestas, pero son prisioneros de concepciones museísticas conservadoras y sin visos de cambio ni renovación. Los jóvenes, cuando van de excursión, se lo pasan bien en museos (ahora se llaman casas) de las ciencias, de las palabras, del hombre, de los peces, del Jurásico. Y se lo pasan bien porque tocan, huelen, oyen, se asombran y hasta paladean el menú infantil en la cafetería. En los museos extremeños ni tan siquiera se pueden comprar chocolatinas. Con los italianos, son los museos más aburridos que conozco.