Acabo de leer que Cáceres proyecta un futuro Museo de la Ciencia en el edificio Embarcadero de Aldea Moret. Apoyo cualquier iniciativa de este tipo, pero creo que deberían llevarla con cuidado, porque si no se hace bien podría ser peligroso. Esto de dotar a las ciudades de museos tiene su complicación, hay que saber hacerlo, o, mejor dicho, hacerlo sin que resulte ofensivo. Por ejemplo, en Nueva Delhi, en la India, existe un curioso museo, el de los inodoros. En sus instalaciones los visitantes pueden descubrir los secretos más íntimos de los sanitarios, su evolución a lo largo de la historia y el uso que se les ha dado, además de apreciar algunos de los retretes más lujosos del mundo. En este museo también se explica cómo son los distintos códigos indios sobre las condiciones de manejo de los retretes, en los que se detalla al usuario, entre otras cosas, que antes de acomodarse en ellos hay que recitar unos mantras, la distancia a la que se deben poner las posaderas o la forma correcta de utilizar las dos manos durante el proceso. Sería bastante divertido si no fuera porque a muchos este museo les puede dar dolor de tripa. Quiero decir que parece una broma de mal gusto que un país como India, en el que miles de personas no tienen un miserable hueco para hacer sus necesidades, tenga un museo del retrete y exponga inodoros cuyo coste de fabricación podría dar de comer a muchas familias durante un año. Mirar tanto hacia el futuro a veces hace que nos olvidemos del presente y, por ende, de las cosas que nos rodean. Es decir, que andamos afanados en buscar sitios para ubicar cómodamente el trasero sin darnos cuenta de que ni hemos comido antes. Y esto a muchos les puede sentar como el culo.