Tormenta en la Fundación Sabera. Nacho Cano ha dimitido como presidente y, por si fuera poco, el disco benéfico que con tanto bombo promocionaron en Madrid Penélope Cruz, Melanie Griffith, Antonio Banderas, Alejandro Sanz y el propio Cano, entre otros, no saldrá a la venta estas Navidades tal y como estaba previsto. Queda desmentido que la suspensión del disco esté motivada por el atentado que Penélope (Cruz) perpetra contra la canción homónima, escrita por Augusto Algueró y popularizada por Joan Manuel Serrat. La novia de Tom Cruise canta mal, pero las hay peores.

Si el disco no sale a la venta es porque aún no está claro el camino por el que los euros recaudados con su venta iban a llegar hasta las casas que la fundación tiene abiertas para las niñas pobres de Calculta. Problemas con los derechos de autor, el pago de los gastos de grabación y distribución y algunos despropósitos organizativos imposibilitan la salida al mercado de un disco en cuya promoción se implicó el citado grupo de famosos que, al parecer, mantiene serias divergencias con las personas anónimas que, día a día, llevan la gestión de las casas donde se da refugio a las niñas indias que protege la fundación.

El problema de Sabera es el de otras muchas organizaciones no gubernamentales con caras famosas. Algunos actúan de buena fe y los más invierten un dinero en esas causas para mejorar su imagen pública: nada viste más que la solidaridad aunque se trate de las limosnas de toda la vida. El resultado es que para recaudar 100, se acaban gastando 90. No sería más fácil que los famosos hicieran sus buenas obras sin sacar provecho.