Se llama Jesús Boquillaza y en la madrugada de ayer llegó al mundo con 3,5 kilos, en la plaza de Armas de Pisco. Su madre, Ericka Gutiérrez, de 22 años, dio a luz en el hospital de campaña que improvisó el Ministerio de Salud. El parto se convirtió en una celebración en medio de la adversidad, cerca de los ataúdes que aún no se usaron. "Ya bebé, ya bebé", dijo la enfermera mientras lo recibía. Cuando Jesús asomó su cabecita, los médicos, las enfermeras y los pacientes postrados a pocos metros gritaron la misma palabra: "¡Viva!". "La vida ha derrotado a la muerte una vez más. Nos da fuerza para seguir trabajando", explicó Fernando Barrios, alto responsable del ministerio. "Tras el temor que sentimos todos, estoy feliz", dijo Ericka bajo un foco de televisión. El Canal N transmitió el parto en directo como si en el espectáculo del nacimiento la nación recibiera una brisa de consuelo. Hasta el presidente, Alan García, se acercó. "Está lindo, le molesta la luz de la prensa, no sean malos, no le dirijan la luz", dijo. Jesús no tendrá casa. El terremoto la redujo a polvo. Su padre, Jesús como él, dijo: "Mi hijo me dará las fuerzas para seguir adelante"