Desde su visor ha captado imágenes que todos llevamos en la memoria. La salida de la paloma en el Mundial del 82, el primer plano de Letizia diciendo "sí, quiero" al Príncipe el día de su boda o la salida de la flecha y el encendido del pebetero en los Juegos del 92. Si le hubiera temblado el pulso, no lo hubiéramos visto. No lo hubieran visto 5.000 millones de espectadores.

--Tiene 52 años y le jubilan. ¿Eso es bueno?

--Se lo diré de aquí a un tiempo. Se me abre un panorama con el que no contaba. A mí me dijeron que era un trabajo para toda la vida y ya ve... La empresa discutió unos ERE y decidió que todo el mundo que tenía 52 años entraba en ellos de forma obligatoria. Independientemente de trayectorias y experiencias.

--¿Con qué momentos se queda?

--Hay muchos: los funerales de Franco, la primera visita del papa Wojtila a Montserrat, las bodas reales, los últimos cinco juegos olímpicos... O cualquier Barça- Madrid.

--Pero su gran momento fue en los Juegos de Barcelona.

--Sí, fue histórico. Cuando preparábamos la retransmisión se nos dijo que había una secuencia inamovible: el plano de la flecha y el momento del encendido del pebetero. Los realizadores nos contaron que ese plano lo haría la cámara nueve. Y añadieron: "Y la cámara nueve la llevará Luis Vidal".

--Y usted hizo, ¡glup!

--Sí, porque los cámaras de toda España me miraron. Además, yo no tenía ni idea de cómo van las flechas. Lo único que conocía lo había visto en las películas de indios.

--Qué le pasó por la cabeza en los momentos previos.

--Había mucha tensión. Por los auriculares empecé a oír: "Vamos a la cámara cinco, a la siete, a la ocho... Preparado la nueve: vamos a ir a ti". Y aún me hicieron una broma. Alguien, por los cascos, me soltó: "¡Tranquilo, que solo lo van a ver 5.000 millones de personas!" En ese momento aparté todos los cables que me rodeaban, miré a todos mis ayudantes y les dije: "Que a nadie se le ocurra tocarme, por nada del mundo". Y pegué cuatro gritos. Salió la flecha, me di cuenta enseguida de que la había encajado. La flecha se fue y se encendió el pebetero. De golpe, parecía que el estadio se hundía. Por los cascos oía a todo el mundo llorando y me decían: "¡Crack, eres el mejor, crack! ¡Te queremos!"

--¡Menudas vivencias se lleva!

-- Es la primera vez que lo cuento. Nunca nadie me había pedido una entrevista.

--¡Qué injusta es la televisión!

--La televisión es así. Se conoce el nombre del locutor de la retransmisión, del realizador, de los deportistas, pero nadie conoce el cámara que da un plano.