CLa longevidad sumada a la baja natalidad es una fórmula matemática que, en el 2050, dará el siguiente resultado: España será junto con Japón el país más envejecido del mundo. Tenemos pocos niños, advierten todas las estadísticas oficiales. ¿Por qué? No solo por motivos demográficos y culturales sino también económicos. En un país donde solo están emancipadas el 18,5% de las personas entre de 16 y 29 años, donde alquilar un piso en solitario implica para la gente joven dedicar el 94% del salario neto, donde la edad media para tener hijo supera los 30 (lo que los expertos llaman fecundidad tardía), donde apenas hay ayudas a la crianza porque los hijos se consideran algo privado, donde la maternidad frena en seco la carrera laboral y donde los hombres no han asumido la corresponsabilidad de los cuidados, la verdadera pregunta no es por qué no tenemos hijos sino por qué los tenemos.

Los sociólogos han llegado a la conclusión de que, a pesar de que el 66% de los españoles consideran a los hijos como una carga económica, los niños se siguen teniendo por motivos emocionales. «Los españoles, mejor dicho las españolas, saben que los bebés quitan libertad, deterioran las relaciones de pareja y perjudican la vida laboral. Pero quieren vivir la experiencia. Es una cuestión emocional», afirma el sociólogo Luis Ayuso, profesor titular de la universidad de Málaga y especialista en sociología de la familia.

Las españolas tienen de media 1,26 niños. Estamos en el furgón de cola del mundo y ya han saltado todas las alarmas. ¿Queremos cambiar las cosas? No miremos a las mujeres -que bastante hacen- sino señalemos con el dedo acusador a los políticos y miremos otros países de nuestro entorno, donde los niños y las niñas son «una cuestión de Estado», subraya Ayuso.

OTROS PAÍSES / En Suecia, los permisos de maternidad y paternidad suman 16 meses compartidos entre padre y madre. Después, los progenitores tienen hasta 180 días al año que se pueden coger para ocuparse de sus peques cuando están enfermos (algo que en la primera infancia sucede día sí y día no) y hay ayudas directas hasta los 16 años. En Francia las bajas médicas se conceden un mes antes de dar a luz. En Holanda, hay enfermeras que acuden a las casas de las mamás recientes para ayudar con la crianza las primeras semanas. En toda Europa, los hijos son «del Estado», resume Ayuso.

Sin embargo, en España, los hijos se consideran algo privado. Al menor problema que surja en la crianza la respuesta es «no haberlos tenido», critica el sociólogo. Más allá del efímero cheque bebé del expresidente Zapatero (PSOE) y de la desgravación durante los tres primeros años de vida del bebé, España es un desierto en ayudas a la crianza. Muchos partidos prometen en sus programas la gratuidad de la escolarización hasta los tres años, pero, de momento, la medida brilla por su ausencia, así que las guarderías privadas -con altas cuotas mensuales- son prohibitivas para muchas familias.

Hay también un factor demográfico que explica la baja natalidad en España. En la década de los 90 el índice era todavía peor. En 1998, las españolas tenían de media 1,18 hijos (frente a los 1,26 actuales). Eso implica, explica el profesor de la Universidad de Málaga, que esas niñas que nacieron en esa década son hoy mujeres que están en edad fértil, pero hay muy pocas. A ellas se suma el 25% de las mujeres nacidas en 1975 que renunciarán a tener hijos. «Eso ya no se recupera nunca», subraya Ayuso.

Los datos llaman a la reflexión. Toda la sociedad lo debe hacer y, sobre todo, el Estado, enfatiza el profesor universitario. «¿Qué modelo de sociedad queremos? ¿Quién nos va a cuidar cuando lleguemos a ancianos? ¿Cómo se va a sostener la economía? ¿Deberíamos planificar el sistema de cuidados con trabajadores inmigrantes? Hay que planificarlo oficialmente».

Si se quiere revertir la situación, los sociólogos claman al Estado y le piden que empiece a considerar a la infancia como algo más que un asunto privado de las familias. Es algo que también compete a las empresas. «No puede ser que el comodín para la conciliación sean las abuelas», destaca el sociólogo.

De hecho, las razones laborales o de falta de conciliación es lo que lleva a muchas mujeres a rechazar la maternidad. En la franja de los 30 a los 34 años, según el Instituto Nacional de Estadística, el porcentaje es casi 19%. Mientras que el 20% argumenta como principal motivo no haber encontrado la pareja adecuada y el 15% esgrime razones económicas.