Natascha Kampusch ha aprovechado su segunda aparición televisiva para asegurar que está muy descontenta con el papel de "estrella mediática" que le toca sufrir tras salir de un secuestro de ocho años cuyas secuelas le impiden llevar una vida completamente normal, puesto que aún no puede ir "sola" por la calle. "Es demasiado arriesgado, la gente me habla y me asusto", reconoce esta joven cuya liberación causo expectación en el mundo.

La joven de 18 años que vivió desde marzo de 1998 hasta el pasado 23 de agosto retenida en un sótano de las afueras de Viena afirmó ayer en una entrevista concedida a la cadena pública austriaca ORF que le parece "exagerado" que la gente sea tan curiosa. "Ha habido preguntas realmente desagradables", comentó, al tiempo que criticó las "malas intenciones" de algunas personas que se interesan por su vida. "Muchos me reconocen por la calle y generalmente son inofensivos, pero hay veces en que me asusto", añadió.

Kampusch aprovechó también para cargar contra aquellos "que dudan, sienten odio y creen en conspiraciones", en referencia a las informaciones que se publicaron en algunos medios sobre las supuestas relaciones que mantenía la madre de la muchacha con su secuestrador.

El captor, Wolfgang Priklopil, se suicidó pocas horas después de enterarse de que la chica había escapado de su cautiverio, del que la dejó salir en alguna ocasión incluso para ir a esquiar. El abogado de Kampusch reconoció que aquella salida se había producido, pero aseguró que ella estaba atenazada por las amenazas de su captor y le fue imposible fugarse.

HA ENGORDADO "Duele mucho que te traten como una mentirosa. Cuando salí, tenía miedo de que mucha gente no pudiera creerme", afirmó la joven, que ha ganado unos quilos desde que recuperó la libertad. "Es muy difícil para mi familia --prosiguió--. Todos creen que debemos estar muy contentos, pero ahora vuelven las cosas del pasado, es muy estresante".

"Yo siempre me he considerado una persona sociable, sin problemas para relacionarme con los demás", prosiguió, para concluir que, actualmente, las situaciones en que hay mucha gente y las voces muy ruidosas no le gustan en absoluto.