Francisco Jiménez, Paco para los amigos, es el dueño del bar Convivium en Mérida. Este emeritense partió a trabajar hacia otras partes de España como Badajoz y Madrid allá por el año 1992, pero es hace tres años cuando decide volver a la tierra que le vió nacer. Ahora ofrece a sus clientes de forma gratuita la posibilidad navegar por internet mientras se toman un café o lo que quieran.

Nada más regresar a Mérida empezó a trabajar en este establecimiento que regenta actualmente junto al Templo de Diana en la capital de la región, el cual le sería traspasado poco después, comenzando así a gestionar su propio negocio hostelero.

Asegura que nunca imaginó que llevaría un bar; es más, "nunca he soportado este negocio, quizás sea porque mi padre tenía uno, y pude saber lo que se cocía, nunca mejor dicho", comenta.

Lo que su padre no se imaginaba es que además de aplicar a su negocio las antiguas estrategias de marketing que él le enseñó, tan efectivas como poner económicos precios para combatir la crisis, haya decidido también modernizar el establecimiento con la colocación de internet de forma gratuita para todo aquel que pase por allí. "La idea surgió por experiencia propia, porque alguna vez me he visto en otros lugares del mundo con la obligación de conectarme a internet y no he podido, se qué se siente, si ahora puedo facilitarle a los turistas que pasen por aquí dicha opción, creo que lo van a agradecer, y si además yo en mis largos inviernos puedo conectarme cuando no haya mucho trabajo, mejor que mejor".

Además, Francisco explica que hay muchas personas de la ciudad o la región que están por el centro de Mérida y ven la necesidad de enviar documentos a casa o al trabajo y no pueden; "conozco a bastantes periodistas, empresarios y comerciales que me han comentado que falta algo así por la zona", señala.

Con esta iniciativa, no busca un centro cibernético, sino que "quiero que esto sea recibido por los clientes como algo alternativo a nuestra oferta, no como un local donde vas todo el día a engancharte a la red, pero es fácil pensar que es algo parecido a un cibercafé, porque por ahora aquí no hay instaurada una mentalidad acorde con la iniciativa, como sucede en otras ciudades, que tienen normalizada la existencia de este tipo de locales".

Parece claro, la tecnología e internet no son el futuro sino más bien el presente, por eso cabe preguntarse si el bar ese que está cerca de tu domicilio, ese de toda la vida al que iban tus padres y tus abuelos, perdurará por los tiempos de los tiempos sin innovar o acoplarse a las nuevas tecnologías que corren; si dentro de veinte años seguirá teniendo la misma clientela, o si por el contrario se impondrá la teoría de Darwin, aquello de adaptarse o morir.