La psiquiatra alemana Karen Horney desarrolló un modelo de necesidades neuróticas donde establecía que muchos de los impulsos que tenemos son promovidos por angustias, malas experiencias, traumas infantiles o una pobre regulación emocional. Creemos que satisfaciendo esas necesidades seremos más felices, pero solo huimos de forma momentánea del sufrimiento y convertimos dicha huida en algo tóxico. Esto genera un círculo vicioso del que nos cuesta mucho salir.

En un primer momento de nuestra vida o, incluso, durante años después, tenemos una serie de necesidades sanas que se van llenando en el día a día. El afecto, la búsqueda de la intimidad o el reconocimiento son algunas de estas necesidades que no tienen un carácter negativo. Es aquello que nos pasa y cómo nosotros lo procesamos lo que empieza a convertir lo sano en tóxico, con mucho más malestar del que estamos pretendiendo escapar. Es solo desde su identificación, desde el reconocimiento de que hubo una parte buena hace tiempo y desde su gestión que podremos romper el círculo en el que estamos metidos.

TEORÍA DEL HORNEY

Cada persona nace con una serie de necesidades que el medio le va cubriendo. Con el paso del tiempo, ya no es solo el medio el que cubre estas necesidades, sino que uno mismo va llenando parte de ese hueco y complementándolo. Por lo que vamos viviendo, la educación recibida o la cultura en la que nos desarrollamos, podemos dejar de tener necesidades sanas y convertirlas en tóxicas, aquellas que necesitamos cubrir de forma exagerada, que nunca están satisfechas y que nos hacen estar sumidos en el malestar.

Una necesidad sana se diferencia de una tóxica en las emociones que acompañan a cada una. La sana nos hará crecer, estar mejor y compartirlo con los demás, mientras que la tóxica nos generará un gran vacío, aparecerán emociones como la culpa o la frustración y nos alejarán de las personas a las que queremos.

Las siguientes diez necesidades corren el riesgo de ser tóxicas para nosotros desde el modelo de Karen Horney:

1. Necesidad tóxica de afecto

Aparece cuando tenemos un ideal del amor que no llega a cumplirse, tanto con amigos como familiares o parejas. Queremos estar siempre llenos de amor y vemos cada pequeño fallo que comete el otro.

2. Necesidad tóxica de pareja

En este caso, la necesidad de afecto se dirige totalmente al tener una pareja, sin filtros y con una necesidad creciente de que el otro dé sentido a la vida o nos llegue a salvar.

3. Necesidad tóxica de restricción

Las necesidades parecen orientadas a llenar un cubo que parece infinito. Esta necesidad busca justo lo contrario, no tener nunca nada, conformarse y aspirar a tener una vida pobre y sin deseos. De esta forma, sin metas, nunca fracasaremos, por lo que nos estamos protegiendo de ello.

4. Necesidad tóxica de poder

Aparece el control, competir y querer quedar siempre por encima. Se rechaza lo que se considera débil en el otro y solo se buscan rasgos que nos hagan parecer fuertes. El autoritarismo daña a aquellos que no están a la altura de lo que esta necesidad busca.

5. Necesidad tóxica de explotar

El egoísmo es lo que mueve esta necesidad, usando a los demás con interés y como si fueran instrumentos para cumplir sus deseos.

6. Necesidad tóxica de reconocimiento

La apariencia y el reconocimiento social es lo que controla esta necesidad. La crítica es vivida como una gran amenaza y siempre se quiere estar a la altura de lo que se cree que se espera de ellos.

7. Necesidad tóxica de admiración

Se diferencia de la necesidad de reconocimiento en que aquí no se busca la aprobación, sino que los demás te exalten. Es la búsqueda de reinar por ser siempre el mejor.

8. Necesidad tóxica de logros

Quien sufre esta necesidad, llena su vida de metas que alcanzar de forma frenética. No se disfruta al llegar y solo el reconocimiento de los demás crea algo de bienestar.

9. Necesidad tóxica de autosuficiencia

Aparece en aquellas personas que llevan la independencia al extremo, rechazando siempre a los demás. Se mueven por el temor a necesitar o depender de los otros.

10. Necesidad tóxica de perfección

La autoexigencia y la perfección son el eje central de estas personas. Quieren no fallar nunca y siempre se ponen estándares de calidad muy elevados, los cuales no se pueden cumplir.

Las necesidades que tenemos son el camino a través del cual crecemos y nos desarrollamos. Sin embargo, en momentos concretos de nuestra vida pueden volverse tóxicas y conseguir que tengamos el efecto contrario. Saber qué nos guía y si no es exagerado es la forma que tendremos de, de verdad, tener un bienestar.

* Ángel Rull, psicólogo.