TNto es la leona del Alagón ni la serpiente de la Serena. Se trata de algo más serio señoras y señores... Sobre todo, señoras. Es el negro de Moctezuma. La leona y la serpiente no dejaban de ser leyendas rurales de verano. Hacían furor en los estíos de los 60-70 y, aunque nadie las había visto, todo el mundo hablaba de su tamaño y longitud. En este caso no estamos ante un invento periodístico para tiempos de sequía informativa, pues ha aparecido en plena campaña electoral. Tampoco es una tradición campesina porque el negro de Moctezuma es tan urbano como los endiablados pasos de cebra de Santos Parra, tan desconcertante como Víctor Casco y tan inasible como Antonio Población: también aparece y desaparece sin dejar rastro. Lo único en común con la leona y la serpiente es que provoca parecidas admiraciones en lo mensurable.

¡Tin, tin! "¿Quién es?" "Soy el chico de Amena " Y el chaval tiene su gracia, pero no es lo mismo que el susodicho, que dicen que si trabaja en servicios digitales plus , que si es fontanero titulado y revisa los calentadores, que si es repartidor de pizzas caprichosas, de arroces tres delicias, de panqueques al gusto... ¡Rin, rin! "¿Quién es?" "Soy Victorino Mayoral repartiendo votos". ¡Uf, menos mal! Porque en el barrio de Moctezuma hay una psicosis tremebunda y en cuanto suena el timbre, campanillea el sofoco, que dicen que se ha visto al negro por los rincones y sube y baja, y entra y sale, y aparece y desaparece, y la leyenda urbana crece, se expande, se desborda... ¡Dum, dum! "¿Quién es?"...

*Periodista