El bate de béisbol se partió en dos. Un detalle revelador de la fuerza con que el acusado Jordi Peláez golpeó la cabeza de Amar Amhamdi la noche del 11 de julio del 2000 en un parque de Sant Andreu de la Barca. La víctima, de nacionalidad marroquí, murió tres días después. Peláez declaró ayer ante un jurado popular que actuó en defensa propia y que no tiene animadversión hacia las personas árabes.

Junto a él, compartiendo el banquillo de los acusados, está sentado su amigo, Fernando José Rodríguez. Cuando el joven marroquí intentó levantarse del suelo tras recibir el golpe con el bate de béisbol, Rodríguez se lo impidió con dos patadas, también en la cabeza.

"Mal o bien, lo hice para defenderme", declaró Rodríguez en la primera jornada de la vista oral después de asegurar que había visto cómo la víctima esgrimía una navaja. Al igual que su amigo, negó cualquier motivación racista en la agresión.

La fiscalía solicita 17 años de prisión para cada uno por un delito de asesinato mientras la acusación particular eleva la petición de pena a 22 años y 6 meses de cárcel al aplicar el agravante de xenofobia.

Lo que el jurado deberá determinar es cómo se entiende la explicación de la defensa propia cuando los dos acusados, tras un encontronazo inicial con la víctima, se fueron a casa, se armaron con un bate de béisbol y un palo y volvieron al parque, donde consumaron la agresión.

La noche del suceso, dos chicos marroquís conversaban con español, aquejado de una minusvalía que le hace ir en silla de ruedas, en el parque de Bonaventura de Pedemonte. Los dos acusados se acercaron. "Queríamos curiosear, saber si le estaban haciendo algo a la persona minusválida", declaró uno de los acusados. Fue en ese momento cuando empezó el encontronazo verbal.

"VOLVIERON ARMADOS" Y el joven minusválido, testigo principal que en el juicio solicitó que no se divulgara su nombre, explicó ante el jurado lo que pasó luego. "Yo les dije que todo estaba bien, que no ocurría nada y ellos se marcharon y al cabo de poco tiempo volvieron armados", explicó, para añadir: "Le partió el bate de béisbol en la cabeza sin que pudiera defenderse". Lo que el testigo dejó claro ante los miembros del jurado es que los dos acusados no actuaron en defensa propia porque nadie les había atacado.

"Mientras le agredían, --añadió-- me amenazaron diciendo que estuviera calladito". La víctima murió tres días después.