Lo que son las cosas. Carmen Martínez-Bordiú, la nietísima que un día apuntó como futura reina de España, se las veía ayer presidiendo otro tipo de palacio, un centro comercial en Barcelona (en la foto), con la cabeza a cientos de kilómetros del lugar. Andaba angustiada la nieta de Franco por la marea negra que ha convertido las aguas de su infancia, las gallegas, en un lodazal de petróleo y aves muertas. "Si tuviera una pala a mano allí que me iría a sacar el fuel", aseguró la dama, dispuesta a doblar el espinazo por su "amor a la naturaleza".

"APOYO MORAL"

Pero en ese momento, Carmen Martínez-Bordiú, que había acudido al lugar para abrir la campaña de Navidad, no tenía ninguna pala al alcance. Lo más cercano a Galicia era el restaurante A Feira del centro comercial. Por eso, la nieta de Franco quiso repostar en el local regional. Fue su singular manera de dar "apoyo moral" a las tierras afectadas por la mugre del Prestige.

La madre de Luis Alfonso de Borbón confesó que le entraron "ganas de llorar" cuando vio, en París, que el Prestige empezaba a vomitar petróleo y emponzoñaba "las aguas frías" en las que le "encanta" bañarse desde sus veranos en el pazo de Meirás. "En Francia enseguida cundió la alarma. Aquí no calibraron la importancia". ¿Estaba acaso señalando con el dedo a Fraga, que se quedó de cacería en Aranjuez? "No entro en política. Soy una idealista, una ecologista verdadera y vivo en un mundo de sueños".

En efecto, Carmen profesa un gran amor por el mundo agropecuario. Tanto, que años atrás montó una granja de ovejas en el campo sevillano. Según ella, iba tras el rastro de las raíces paternas: "Lo que no está metido en la tierra, se lo lleva el viento".