Nadie se fía. Y mucho menos si se trata del síndrome respiratorio agudo grave (SARS). El símbolo de la enfermedad, la mascarilla, regresó ayer a los pasillos del hospital Tan Tock Seng de Singapur. De momento, se quedó ahí. Pero en los países asiáticos ya se preparan para rescatarla del cajón. Especialmente en China y Vietnam.

Tras conocer el caso de Singapur, un portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores chino anunció ayer que a todos los pasajeros de la isla que lleguen al aeropuerto de Pekín se les tomará la temperatura. Además, los aviones procedentes de Singapur serán sistemáticamente desinfectados".

Al igual que sus colegas chinos, las autoridades vietnamitas insistieron en que "todo está controlado". Al menos, de momento. "Mantenemos todas las medidas de prevención contra el SARS en aeropuertos y fronteras", explicó en Hanoi un portavoz del instituto de enfermedades tropicales. Y añadió: "Lo más importante es identificar rápidamente los posibles casos".