El H1N1 sigue recorriendo en EEUU la parte de su camino que se puede predecir: se extiende. De los 66 casos en cinco estados confirmados el martes, ayer se pasó a 91 casos en el doble de territorios. Y las autoridades confirmaron la primera muerte por el virus fuera de México, aunque en un caso con particularidades, pues la víctima, un niño de 23 meses, es mexicano.

Los padres llevaron al menor en avión desde la capital mexicana hasta Matamoros el 4 de abril. Luego cruzaron la frontera y se alojaron con unos familiares en la localidad tejana de Brownsville, donde el pequeño empezó a tener fiebre el 8 de abril. El 13 fue ingresado en un hospital de ese municipio, pero ante su gravedad fue trasladado un día después a otro centro médico de Houston, donde murió el lunes.

Las autoridades sanitarias tejanas han confirmado que estaba infectado por el virus, pero han tratado de contener la alarma asegurando que su fallecimiento "no cambia el panorama" en la ciudad ni en el estado, donde de momento hay 16 casos confirmados y, como en el resto del país, se esperan más. Han explicado que el niño tenía problemas de salud previos y han comprobado que ninguno de sus familiares ha sido contagiado.

ALARMA MODERADA Aunque tras el caso de Houston han cobrado fuerza las voces que reclaman sellar la frontera, esta es una opción que rechazan las autoridades. Es la alarma moderada la que domina en EEUU. Barack Obama, que el martes solicitó al Congreso 1.500 millones de dólares (1.131 millones de euros) para destinar a la emergencia, habló de una "situación tan seria como para tomar sumas precauciones". No fue más allá, sin embargo, de recomendar a las escuelas donde hay casos que "consideren seriamente cerrar temporalmente".

De los casos confirmados en EEUU, solo cinco (incluyendo el niño fallecido) han requerido hospitalización. La media de edad de los afectados es ahora de 22 años, aunque el 64% son menores de 18.