Un niño de 3 años murió ayer tras haber sufrido quemaduras graves, al igual que su hermano de 1 año, en el interior de un vehículo, el pasado sábado. Los pequeños se hallaban solos en el coche, estacionado en el aparcamiento de una empresa situada en el camino que Castellón de la Plana y Onda, en el término de Vila-real. La madre había dejado a los pequeños en el interior del turismo mientras hacía un recado.

Aunque las causas que causaron el fuego no han trascendido oficialmente, fuentes de la investigación apuntaron ayer la posibilidad de que se debiera a la manipulación por los pequeños del encendedor del coche o de algún mechero que la madre pudiera portar en el bolso.

Los hechos ocurrieron el sábado a las once de la mañana. La madre había acudido a una empresa especializada en sistemas de riego para pagar una factura. Dejó a los niños en el automóvil. Uno de los vendedores de la firma de Vila-real explicó que "a los pocos minutos" de la llegada de la mujer a la oficina oyeron "gritos" y salieron "corriendo".

Los empleados vieron entonces que "el coche se estaba quemando". Decenas de personas se acercaron al lugar y, aunque temerosas "de que el coche pudiera explotar", entre varios testigos lograron sacar a los niños del vehículo. Mientras tanto, otro grupo de vecinos recogieron extintores de las empresas cercanas y sofocaron las llamas. Más tarde llegaron los bomberos, aunque ya no tuvieron que actuar porque el fuego había sido apagado.

QUEMADURAS Los niños estaban malheridos, pero vivos, y fueron trasladados al hospital de La Plana de Castellón, donde recibieron las primeras curas. Sin embargo, ante la gravedad de las heridas, que afectaban todo el cuerpo, los médicos los trasladaron a la unidad especializada en quemados del hospital La Fe de Valencia. La madre fue atendida de un ataque de ansiedad tras haber presenciado el suceso.

Ayer a las nueve de la mañana, el centro sanitario valenciano informó de la muerte del mayor de los hermanos y del estado muy grave en que se encuentra el pequeño de 1 año. Los restos del turismo están en el depósito municipal de Vila-real, pendientes de un análisis policial.