TNtiño, unas torrijas" era frase que me hacía consciente de que estaba ya en plena Semana Santa. Inexorablemente desde comienzo de Cuaresma hasta Domingo de Resurrección no faltaban las torrijas en casa de mis abuelos. Esta fruta de sartén esta tan metida en la piel de todos los sureños, que siempre he pensado de que era un invento de mis ancestros, cuando la cruda realidad es que las torrijas son de origen francés, aunque ya en la Re Coquinaria de Aspicius aparece una receta de aliet dulcia , que no es más que una rodaja de pan empapada en vino y melada, muy similar a lo que hoy consideramos torrijas.

Tal como se elabora ahora la encontramos en Le Viandier de Taillevent del siglo XIV. Pero en honor a la verdad, es que en recetarios medievales andalucíes y mudéjar ya aparece una torrija a la que llamaban Zalabiyya o Buñuelos de agua miel , que en realidad era básicamente un brioche, que se freía en aceite y se rociaba con miel.

En la Edad Media se les llamaba "rebanadas de paridas", porque suponían una sobre alimentación para las mujeres en ese estado, llevaban leche, huevo, azúcar y canela. Pero esta delicatesen se ha expandido por toda Europa con la misma fórmula culinaria, aunque con nombres diferentes: los franceses las llaman "pain perdu", (pan perdido), y los ingleses y alemanes le dan un nombre parecido "poor knights of Windsor y Arme Ritter" debido al hecho del siglo XIV en que el ejercito empobreció hasta tal punto que no pudieron darle la paga a los soldados y en su lugar le dieron pan y con él elaboraron unas torrijas. En Portugal se llaman Rabanadas, y es un dulce típico de Navidad.

No obstante, las torrijas se han ido elaborando desde el medievo tal como lo hacemos hoy, y en ocasiones encontramos determinados sollastres que las hacen exquisiteces, así lo entendió Alfonso XII respecto a la 'Pastelería Risco' de Fregenal de la Sierra, que ostenta, desde 1879, el título de 'Proveedor de la Real Casa'.

Hoy día se continúan haciendo, pero existen una multitud de variantes, que suelen llevar crema pastelera o flan, también se intercambia la leche por vino o por coñac. De cualquier manera es una fruta de sartén, que no debe consumirse solo en Semana Santa sino en cualquier época del año.