Lo llaman la "droga barata", pero los menores que inhalan colas de carpintería o industriales no perciben sus experiencias cotidianas con los vapores de hidrocarbonos derivados del petróleo como la consumición de una droga, consideración que sí atribuyen al cannabis, la cocaína o cualquier otra sustancia ilegal. En la mayoría de los casos, relatan los médicos que intentan atenderlos en el Centro de Atención y Seguimiento a Drogodependencias de Horta, adscrito a la Agència de Salut Pública de Barcelona (ASPB), se trata de chicos, muchos de ellos inmigrantes, habituados desde muy niños a recurrir a estos inhaladores de forma cotidiana, lo que no siempre implica, dicen, que los hayan convertido en el “centro de sus vidas”, como sí le ocurre a quien es adicto a la cocaína, la heroína o el alcohol. “Son colas que compran en una tienda, baratas, y no perciben su disponibilidad como un problema”, explican fuentes de la ASPB.

FRECUENTES ERUPCIONES EN LA NARIZ

En cualquier caso, el efecto fisiológico de los vapores inhalados es indudablemente tóxico y perjudicial para la salud. La vía de administración es la nariz, hasta el punto de que los consumidores muestran de forma permanente una ligera erupción en las proximidades de las fosas nasales y la boca. La percepción de los efectos del vapor se produce pocos minutos después de inhalar cola, una vez la sustancia alcanza los pulmones y de ellos pasa a la sangre. De inmediato, el tóxico alcanza el cerebro y el hígado, que debe metabolizar la sangre intoxicada. Los niños inhaladores adelgazan y sufren frecuentes cambios de humor, explican los terapeutas.

Inhalar de manera constante y cotidiana, como hacen estos niños, conduce a un efecto de tolerancia -cada vez necesitan más dosis para sentir un mismo efecto-, lo que causa daños permanentes en el sistema nervioso central y periférico. Al igual que ocurre con el consumo de alcohol, la cola provoca la muerte masiva de neuronas, lo que conduce a pérdida de memoria y dificultad para concentrarse en cualquier actividad intelectual. También se producen alteraciones sanguíneas y lesiones graves en hígado, riñones y médulaespinal.

IMPOSIBLE DOSIFICAR

A los niños inhaladores de vapores de pegamento les resulta imposible dosificar la cantidad de sustancia que respirarán, lo que supone un gran riesgo para su salud, y su vida en algún caso, ya que la reacción al tóxico puede ser mortal con una sola exposición si el receptor resulta ser intolerante a la sustancia. Existe casuística de esto. Las sesiones de inhalación suelen prolongarse una media hora continua. Una mayor duración, superar las dos o tres horas respirando estos vapores, puede causar una elevación del ritmo cardiaco, sudoración y sofocación que resulten letales, aseguran los médicos.

El efecto de esta sustancia en el cerebro es similar al del alcohol. Una ligera euforia inicial que conduce a deshinibición ante cualquier preocupación. Esta sensación de bienestar se convierte poco después en mareo, con nauseas, dificultad en el lenguaje, desorientación y alucinaciones que implican un completo descontrol de los actos. En ocasiones conduce a la violencia.