Los más sensibles a las alteraciones son los niños, ya que esos cambios de luminosidad y de horarios puede afectar a sus conductas y tener un impacto a nivel fisiológico, según Dolores Corella, directora del grupo de investigación del Centro de Investigación Biomédica en Red de Obesidad y Nutrición (Ciberobn) y consejera de la Fundación Gadea Ciencia.

De hecho, cada vez se concede más importancia a la «cronobiología» (los ritmos biológicos de los seres vivos) y cómo afecta a la salud, y está ya comprobado que las personas que trabajan de noche y las que cambian con frecuencia de horario sufren más riesgos de diabetes, obesidad, enfermedades cardiovasculares o alteraciones psicológicas como la depresión, informó la Fundación Gadea.

Avanza el debate y se siguen sucediendo los cambios horarios, y ante la falta de consenso Europa ha retrasado hasta el año 2021 la anulación definitiva de los cambios, aunque los países podrán elegir -antes de abril del próximo año- si permanecen en el horario de verano o cambian al establecido durante el de invierno.

España no ha tomado todavía una decisión, pero el Centro de Investigaciones Sociológicas ha comprobado que el 65% de los ciudadanos prefiere el horario de verano. raúl casado/ efe