No hablen, no se bañen y no coman, eran algunas de las rigurosas reglas que un extraño culto en Taiwán, imponía a sus creyentes. Felizmente, estas extrañas y abusivas prácticas (entre otras que son materia de investigación) llegaron a su fin hace algunos días luego que las autoridades chinas desmantelaran esta organización y detuviera a su máxima autoridad: la Buda viviente.

La mirada de la jefatura de Taichung se fijó sobre esta organización el pasado mes de marzo tras la muerte de una de sus adeptas, una joven de 20 años. Al parecer la joven había sido golpeada hasta la muerte por un miembro de la secta como parte de un 'exorcismo' cuando acompañaba a la líder del movimiento, Lin Hsin-yue de 61 años de edad, en una visita en la provincia de Guangxi, en China continental.

Durante la intervención policial también se liberaron a 19 personas, todas ellas seguidores de entre 2 a 80 años de edad. Muchos de ellos relataron que cada vez que un miembro no quería seguir las reglas de la Buda Viviente, y especialmente si expresaba el deseo de abandonar el movimiento, era castigado violentamente, incluso también se les prohibía hablar, bañarse o comer.

De acuerdo a reportes periodísticos, la policía arrestó a cinco de sus líderes, entre ellas a Lin. Dentro del complejo se encontraron mazos, varillas, palos, propaganda de culto y computadoras. La Oficina de Investigación Criminal de Taiwán dijo que la líder se refería a sí misma como la Santa Madre o la Buda viviente.

La agencia RT en Español señaló que, de acuerdo a los informes policiales recogidos por los medios locales, Lin había registrado al grupo como una asociación legal en 2009 y estableció sedes en los condados de Nantou y Taichung, reclutando alrededor de 100 personas.

El supuesto propósito del culto era inspirar buenas virtudes y promover la salud física y espiritual, informó.