Exhaustos y desmoralizados, casi desesperados. Al límite de sus fuerzas. Así es como empiezan a sentirse los operarios de la central nuclear de Fukushima, los héroes en quien Japón todavía confía para lograr contener las fugas radiactivas que tienen en vilo a todo el país y a la comunidad internacional. Sometidos a durísimas jornadas de trabajo, expuestos a las radiaciones incluso con los trajes especiales, se sabía hasta hoy que sumaban largas jornadas con descansos muy cortos y precaria alimentación. Poco o nada había trascendido sobre la presión interna y la angustia que sufren en estas horas cruciales.

Sin embargo, un intercambio de e-mails entre dos trabajadores de Tepco, la empresa propietaria de la central, ha revelado ahora la cruda realidad. "No puedo soportarlo más", escribe un operario a un colega suyo de Tepco en la sede central de la capital, Tokio. Los siguientes e-mails fueron enviados el pasado miércoles a una lista de distribución privada a la que tuvo acceso el diario The Wall Street Journal y que ha hecho públicos esta semana.