Antes de acabar con su propia vida de un disparo bajo la barbilla, Moat pasó seis largas horas negociando con los mediadores de la policía. Los agentes incorporaron a las conversaciones a un amigo del fugitivo con la intención de convencerle de que se entregara.

El propietario de un hostal con vistas al lugar donde se produjo la negociación declaró que vió y oyó como Moat, cansado y frotándose la cara con las manos, decía a los agentes: "No tengo padre. No le importo a nadie".

Unos días antes, Moat había escrito en una carta larguísima, de 49 páginas, que iba a matar a policías hasta que muriera.