Con 35 años, un grupo de investigación propio y la pasión característica de quienes aman su trabajo, Mónica H. Pérez-Temprano se ha convertido en la primera española en ser seleccionada entre los Talented 12 de la American Chemical Society (ACS), un reconocimiento que distingue a las 12 estrellas emergentes de la investigación que trabajan para revolucionar las fronteras de sus disciplinas. Este premio de alcance internacional supone un destello en una carrera ya de por sí estelar que por el momento ha llevado a Pérez-Temprano desde su Valladolid natal hasta Michigan (EEUU) y ahora, de vuelta a España, al Institut Català d’Investigació Química (ICIQ), donde la investigadora también destaca como una de las científicas más jóvenes del país con un grupo de investigación propio.

—Seleccionada entre las 12 promesas de la química a nivel mundial. Solo pensarlo da vértigo...

—Creo que he llegado hasta aquí porque siempre me he sentido un poco diferente. En el mundo no hay mucha gente que se centre en entender cómo funcionan las reacciones químicas para aplicar ese conocimiento básico en el diseño de reacciones más eficientes.

—Entonces, ¿cómo ha conseguido llegar hasta aquí?

—Empezamos a hacer ciencia y por lo que parece no lo estamos haciendo mal. No hay tanta gente en el mundo que se dedique a estudiar por qué ocurren las cosas. En química, normalmente lo que se intenta es entender cómo funcionan las reacciones eficientes. En mi grupo empezamos a plantear qué ocurre en aquello que supuestamente no funciona.

—Así que se trata de adoptar otra perspectiva, ¿verdad?

—Claro. Al final veo las reacciones químicas como un tango. En este baile todo es muy medido, muy preciso, cada paso está donde tiene que estar. Si dominas completamente este estilo y te piden hacer una coreografía nueva, ¿olvidarías todo lo que sabes? Si tenemos un conocimiento de base, por ahí de se debería empezar.

—¿Y cómo cree que ha conseguido llegar tan alto?

—Mi vida es una sucesión de casualidades que me han llevado donde estoy ahora mismo. Yo en ningún momento planifiqué qué pasos iba a seguir como investigadora. Solo he trabajado muy duro y aprovechado todas las oportunidades.

—Estar seleccionada entre los Talented 12 supone disponer de una gran plataforma. ¿Cómo cree que va a aprovechar esta oportunidad?

—Ojalá gracias a este reconocimiento se pueda oír mi voz. Y no solo por el tema científico. Espero que esto me pueda permitir hablar de otras cosas que también son importantes. Tenemos que mandar el mensaje de que la ciencia no es excluyente, de que puedes tener vida más allá del laboratorio, de que en este mundo hay lugar para todos.

—¿Cuál es la lección más importante que se lleva de su recorrido?

—Personalmente siempre intento preocuparme no solo de la ciencia, sino del contexto. Hay gente que llega muy alto y triunfa pero, ¿como están sus equipos? Para mí es fundamental cuidar de mi gente. Puedes ser muy brillante, pero si no tienes valores no te quiero en mi equipo.

—Así que en ocasiones lo importante es poder mirar más allá del laboratorio. ¿Es compatible esto con una carrera científica de éxito?

—Debería. Yo estoy muy comprometida con mi trabajo. Pero no es lo único de mi vida. De mayor me imagino viejecita, arrugadita y con nietos. Hay que recordar que por muchos logros que hayas tenido en tu carrera, los ‘papers’ no van a venir a comer contigo los domingos. No tienes que renunciar a tu vida para triunfar en ciencia.

—Entonces, ¿hasta qué punto vale la pena sacrificarse?

—Siempre tienes que ser la mejor versión de ti misma, ni más ni menos. La gente me pregunta si quiero ser como Marie Curie. Les digo que no. Me gustaría transmitir el mensaje de que no hay un modelo de carrera correcto y uno equivocado.

—Pero en el mundo científico difícilmente se tienen en cuenta todas estas historias...

—Es por eso por lo que creo poco en métricas. Hay gente muy buena que no tiene 70 artículos publicados pero que podría ser el futuro Premio Nobel. Esa persona tan solo necesita que alguien crea en ella. Si no te dan una oportunidad es muy fácil que acabes dejando la ciencia...

—¿Es eso lo que ocurre con los investigadores que acaban colgando la bata?

—Sí. Y ojalá alguien que esté leyendo estas líneas se sienta un poco más aliviado al saber que no hace falta renunciar a todo lo que tienes para llegar lejos.