Los científicos estadounidenses William G. Kaelin y Gregg L. Semenza, así como el británico Peter J. Ratcliffe, son los ganadores del Nobel de Medicina de este año por sus estudios sobre medicina molecular, según informó ayer el Instituto Karolinska. En concreto, los tres fueron reconocidos por «identificar la maquinaria molecular que regula la actividad de los genes en respuesta a los niveles cambiantes de oxígeno», especificó la institución de Estocolmo.

Con ello establecieron la base para entender cómo los niveles de oxígeno afectan el metabolismo celular y la función fisiológica, lo que «allana el camino en el desarrollo de nuevas estrategias para combatir la anemia, el cáncer y otras enfermedades».

La importancia fundamental del oxígeno se sabe desde hace siglos, pero durante mucho tiempo se desconocía cómo las células se adaptan a los cambios en los niveles de oxígeno. Los premiados revelaron los mecanismos moleculares que subyacen en este proceso.

Kaelin (Nueva York, 1957) es especialista en medicina interna y oncología, su compatriota Semenza (Nueva York, 1955) es pediatra y Ratcliffe (Lancashire, 1954) es experto en nefrología. «En 1980 nos dimos cuenta de que, en los riñones, el cuerpo produce una hormona llamada EPO. La gran pregunta era cómo las células podían sentir que no hay suficiente oxígeno para que el cuerpo produzca EPO. Es el trabajo de estos investigadores el que hizo posible entenderlo », explicó ayer Olivier Hermine, médico e investigador del Instituto Necker para Niños Enfermos de la Universidad de París Descartes.

Radcliffe y Semenza aplicaron luego este conocimiento para mostrar que el mecanismo de detección de oxígeno estaba presente en prácticamente todos los tejidos humanos. Kaelin identificó otro gen, el VHL, existente en pacientes con un trastorno genético que los expone a un riesgo mucho mayor de ciertos tipos de cáncer. El gen transfiere la capacidad del cuerpo para prevenir la aparición de cáncer y desempeña un papel clave en la forma en que las células cancerosas responden a bajos niveles de oxígeno.

Desde su oficina en Oxford, Ratcliffe detalló que estaba escribiendo una solicitud de subvención cuando recibió la llamada de Estocolmo. «Como con casi cualquier descubrimiento científico, sus consecuencias surgen más tarde. Realmente no consideramos la importancia del espectro de este sistema cuando comenzamos a trabajar en él», admitió a la web nobelprize.org.