TEtn Extremadura, más allá de la medianoche, los pubs no me dicen nada. Sólo me mueven las ventas pacenses de carretera y en Cáceres, el Cuarto los Cabales. Sólo las ventas y elCuarto tienen la jondura maldita y canalla para merecer un poema de Gil de Biedma, una página de Pérez Reverte o esta columna provinciana y esquinera. A veces me visitan periodistas que se conocen todos los quicios de todas las mancebías, viejos plumillas que llaman a Garzón y se les pone al teléfono, tipos duros que lloran ginebra y derriten a las amantes de Falconetti poniéndoles un casete en los labios. A veces se pasan por Extremadura como quien va al balneario y yo procuro entretenerlos con jamón y Torres Julia .

Pero la noche se encabrita y ellos me miran: "Bueno, ¡qué!, ¿vas a estar toda la noche charlando?". Es la señal: ha llegado el momento de demostrarles que también aquí tenemos escenarios para un Juncal , una Carmen o unos Ojos verdes . Una vez vino un fotógrafo experto en sobredosis. Había estado con él retratando narcomuertos en un pub y navajazos en una redada pastillera. Sabía que era difícil sorprenderlo, pero no quiso dejar el Cuarto hasta el amanecer y tras los churros, volvió para fotografiar por primera vez el sol nadando en una charca. Sé que el Cuarto los Cabales tiene sus días contados. Es lo legal, supongo. Pero la próxima vez que me visite un reportero con escamas tendré que llevarlo a Badajoz o quedarnos en Cáceres rodeados de niñatos que bailan el Bulería de Bisbal. Y no será lo mismo.

*Periodista