La sección a competición de la Berlinale quedó marcada ayer por dos grandes interpretaciones: la de Edward Norton, un condenado a la espera de ingresar en la cárcel en 25th Hour , y Daniel Auteuil, recreando en Petites coupures " el papel de un hombre al que cualquier mujer definiría como un gusano. Norton y Auteuil, cada uno a su manera, eclipsaron a sus directores, Spike Lee y Pascal Bonitzer, y contribuyeron a hacer "perdonar" algunas lagunas de sus respectivas películas.

Auteuil borda literalmente un papel como hecho a su medida: Bruno, un ex comunista pseudointelectual y seductor que va de mujer en mujer, traiciona relaciones y ni siquiera está a la altura de lo que requiere la amistad.

No es malvado. Más bien un buscador de amor, uno de esos individuos de los que uno no debe fiarse, especialmente si se es del sexo femenino, porque incluso él cree que lo suyo es auténtico, sin importarle la celeridad con que salta de episodio en episodio.

Edward Norton se pone en la piel de Monty, un traficante de drogas de lujo condenado a siete años de cárcel, en su última jornada antes de ingresar en prisión. Un paseo por sus reflexiones, su reencuentro con viejos amigos, con el padre, y también con su estupenda esposa, Rosario Dawon, quien supuestamente está en la lista de "sospechosos" de haberle delatado.

Norton y Auteuil, convierten en bueno todo -o casi todo- lo que tocan. En ambos casos se cumplió en esta Berlinale esta tradición.

La película de Lee tiene buenos momentos, fundamentalmente los que quedan en manos de Norton.