Portbou. 4 de septiembre de 1990. En un árbol cerca del cementerio aparece una mujer ahorcada. Los lugareños aseguran que iba vestida de blanco como una novia. Las sandalias estaban en el suelo. ¿Suicidio o asesinato?

Han pasado 27 años y todavía se desconoce quién es esa mujer. Nadie ha reclamado su cuerpo. Es una NN. «No name», un código que utilizan los criminólogos para referirse a los cadáveres no identificados. El inspector del Cuerpo Nacional de Policía Rafael Jiménez ha recreado este enigmático suceso en la novela La novia ahorcada en el país del viento (Editorial Principal de Los Libros).

El viento de la tramontana sopla fuerte en el Alt Empordà. «El 26 de julio del 2015 estaba tomando un cortado en mi bar habitual de Sant Antoni de Calonge y cayó en mis manos el diario El Punt (hoy, El Punt-Avui). Me sorprendió un artículo firmado por la periodista Tura Soler que explicaba que todavía se desconocía quién era la chica que años antes había aparecido ahorcada en un árbol. Empecé a darle vueltas y de ahí ha salido el libro», explica Rafael Jiménez.

No es su primer libro. Este es el quinto. Su experiencia como policía le ha permitido coordinar Barcelona Negra (Planeta, 2009) y España Negra (Planeta, 2011). Pero en el 2013 empezó con lo que él denomina la trilogía del odio: Inchaurrondo blues, el Blues de Garibaldi y, ahora, La novia ahorcada en el país del viento. Jiménez escribe por las noches, los fines de semana, cuando le deja su profesión. «Nunca en horas de trabajo», precisa.

«Un día decidí escribir acerca del odio. Creo que si un día la humanidad se acaba será a causa del odio entre humanos. Hay odios étnico-nacionalistas, lo que reflejo en Inchaurrondo blues, donde hablo de ETA; yihadista-religioso (Blues de Garibaldi) y ahora describo el odio hacia los débiles. En este caso, el maltrato a las mujeres, la droga, la explotación sexual….», asegura este inspector. «Hablo de un odio cotidiano, machacón y, en determinados ambientes, casi consentido», sostiene. Su condición de agente le permite reflejar con todo detalle la técnica policial: «Porque yo lo he hecho».

En la página 12 de su nuevo libro de novela negra (mezcla intriga, sexo, drogas, trata de seres humanos, corrupción política, expolicías y periodistas) aparece la foto del cuerpo de la chica colgada en Portbou. Está estirada en una camilla. Aclara que no la ha publicado «por un motivo escabroso, sino para poder contribuir con su difusión a que se le pueda identificar. Tener la suerte de que alguien la reconozca».

Hace unos días, una mujer contactó con Jiménez para comentarle que su suegra había desaparecido en 1990 y que las últimas noticias que tenían de ella es que estaba por Cataluña. Por lo visto, tenía problemas. «La señora me va a enviar una fotografías de esta mujer para cotejarlas. Nunca se sabe», aventura.

Esta nueva obra se desarrolla en Portbou, pero con ramificaciones en La Jonquera, una ciudad que, según recuerda el inspector, «es el prostíbulo de Europa» y una zona de «alta actividad de las mafias de prostitución». «Tal vez en algún lugar del mundo existan unos padres que aún se pregunten dónde estará su hija, mientras su cadáver está en el cementerio de Figueres esperando que algún día alguien la identifique y reconstruya la historia de sus últimos días», señala.