TDticen que el hombre propone, Dios dispone y el toro lo descompone. Así sucedió ayer en la esperada novillada que se anunciaba en Madrid. Con los tres novilleros al borde de la alternativa, el encierro, sin ofrecer demasiadas complicaciones salvo el quinto de Ginés Marín, tampoco propició el lucimiento por su evidente falta de raza, que es lo mismo que decir que por ausencia de bravura.

Montado era el primero de Ginés Marín. Recibo a la verónica pero le costaba desplazarse al de El Parralejo, que embestía rebrincado. Preciosa la larga de remate. Insulso el novillo pero fenomenal la lidia de Javier Ambel.

Estatuarios para comenzar Ginés su faena, con la trincherilla invertida, el natural y el de pecho. Primera tanda en redondo, lo llevaba con limpieza pero decía muy poco el novillo. Cruzado, encajado y puesta la muleta, serie muy lograda de tres y el de pecho, a tono con las condiciones de un astado muy a menos y sin clase, pues salía con la cara a media altura. Media estocada, que fue suficiente. Disposición del torero, muy por encima del novillo.

Castaño albardado el quinto. Abierto de pitones y muy amplio de cuerna, astifino. Novillo bruto en las verónicas de recibo de Ginés Marín, pues manseaba en el caballo. Era un burel que apuntaba genio y era cuanto menos complicado lo que iba a tener el torero. Brindis al público.

Inicio de faena por abajo, dos doblones y rápido se va para a los medios. Muy buena serie en redondo, sin toques, aguantando una embestida nada fácil porque era un punto incierta. Con ajuste y aguante, gran mérito el de Ginés por el sitio que ocupaba y lo cerca que se lo pasaba. Muy metido en el terreno del toro.

Al natural, entregado el novillero ante un animal que llevaba la cara suelta por el izquierdo y se metía para dentro por el pitón derecho. Al final, en la corta distancia concluía una faena muy seria, de indudable entrega y honradez, más de aficionados que de público. No había tenido Ginés Marín oportunidad de lucir su toreo.

Un dije era el novillo que abrió plaza. Fino de cabos, bajito, armado en delantero. De elegante galope pero un punto abanto. Sin ritmo en el capote de Alvaro Lorenzo.

Comienzo de faena por arriba acompañando la embestida. Poca fuerza y transmisión del animal. De uno en uno los pases. Embestida cansina. Pulcro el torero pero sin emoción. Dos pinchazos y estocada.

Zarco por su mancha blanca junto al ojo era el cuarto. De soberbias hechuras. Bajito y largo de cuello, no se empleó en el capote pues embestía con el pitón contrario y no humillaba. Ya decimos que el toro en tipo es condición necesaria para que embista pero no es suficiente. Este insinuaba pero no prometía. Quite ajustado por chicuelinas de Ginés Marín a un novillo que cantaba lo deslucido que aparentemente iba a ser. Dos pares infames de Candelas.

Inicio muy a modo y muy estético de Alvaro Lorenzo, de rodilla genuflexa, sometiendo al novillo. Primera tanda en redondo y el misterio de los toros, pues el de El Parralejo comenzó a embestir por abajo. Era el sitio y era el temple del torero. Peor la embestida por el pitón izquierdo pero muy asentado el novillero, sacó dos buenos muletazos, que tenían que ser de uno en uno. Vuelta a la mano derecha, ya a menos el astado y postrera serie al natural, de indudable mérito. Muy solvente el novillero toledano, alumno de quien llamaban La muleta de Castilla, el gran Pablo Lozano. Voltereta cuando daba un pase de pecho, sin consecuencias. Estocada trasera y fuerte petición, no atendida. Vuelta al ruedo pero lo mejor es el grato recuerdo el que ha dejado este joven torero de su paso por Las Ventas.

De capa castaña era el primero de Varea. Ya de salida mostró un buen pitón izquierdo. Humillaba y hacía el avión. Bravo en el caballo. Quite de tres verónicas de Alvaro Lorenzo, perdió las manos y pañuelo verde. Debería el presidente haber esperado porque los bravos suelen venirse arriba.

De José Vázquez, con el histórico hierro del nueve de Aleas, también de encaste Domecq por su origen Zalduendo, era el sobrero. Novillo serio, que doblaba con clase en las verónicas de Varea, de buen concepto y ejecución. Buen capotero este castellonense. Suelto en el caballo, manseaba.

Brindis al público e inicio dubitativo, poca fijeza y pocas fuerzas del novillo. Aquel ir y venir, perdiendo continuamente las manos entre palmas de tango, poco decía. Así que Varea cortó por lo sano. Fue lo mejor que pudo hacer. Media estocada.

A la puerta de chiqueros se fue Varea a recibir al sexto, que le desairó al no atender el capote. Novillo fino de piel y cabos, largo de cuello. También zarco, que es la particularidad que dan muchos animales del Conde de la Corte y lo que procede de esta vacada histórica. Un gran Iván García con las banderillas.

Inicio por abajo de Varea pero allí había poco que someter. Soso el novillo y soso el novillero, que se ajustaba poco. Es lo que sucede cuando son los vuelos de la muleta los que torean desde el cite, y no la panza, aunque sí es cierto que son los vuelos los que rematan y dan longitud y profundidad al muletazo. Faena larga a un novillo manejable pero muy justo de raza. Mal con la espada.

Era noche casi cerrada cuando finalizaba un festejo del que se esperaba más pero deslució el mal juego de los novillos.